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martes, 25 de diciembre de 2012

Diciembre y sus trenes

Ya se nos va diciembre,
se nos va.
Y quedamos tú,
y yo,
y las ilusiones.

Queda la nieve fresca
en las montañas,
y la sucia en los andenes de las estaciones
de nuestra memoria.

Pasan los trenes de vacaciones,
llenos de familias
directos a sus hogares,
y están también los que llevan
a ninguno de esos lugares.

A la nada y al polvo
en los rincones.
A las casas vacías,
a los fríos fogones,
a las ventanas sin cristales.

Llevan a cuestas los vacíos universales
a tus ojos esmeralda
teñidos de dolores.

Llevan al mar
y de vuelta a la nieve sucia
en los andenes,
a las ciudades tristes donde la rutina y su dominio
harán de nosotros sus esclavos eternales.

martes, 18 de diciembre de 2012

Lo que me hace sentir [Shinedown - Bully, Rise Against - Make it Stop, Pink - Fuckin' Perfect, Porta - Voces en mi interior)

Shinedown - Bully


Rise Againt - Make it Stop 



Pink - Fuckin' Perfect



Porta - Voces en mi interior




Eh, escúchame.

Ya he permitido demasiado tiempo esta tortura.
Sé que hay algo más ahí fuera, algo más que vosotros, que esto no es el final, que esto no es toda mi vida.
Ya no estaréis ahí cuando me gire, ya no oiré vuestras voces, ya no sentiré vuestros golpes, ya no habrá nada.
No puedo dejar que se graben vuestras palabras en mi mente. No puedo permitir arrastrar los fantasmas que habéis metido en mi cabeza.
¡BASTA YA, JODER!
VALGO MUCHO MÁS QUE ESO. ¡MUCHO MÁS QUE VOSOTROS!
Porque... ¿qué sois?
Monstruos disfrazados de personas tratando de salvar vuestra dignidad aplastando al que no es como vosotros.
No, ni siquiera sois monstruos.
Solo sois parásitos que os alimentáis de mi autoestima para creeros mejores.
No. No solo soy diferente, ¡soy MEJOR!
Porque yo JAMÁS haría eso. No sois consciente de lo cerca que habéis estado de matarme. No, no lo sois, nunca lo seréis, tenéis los ojos vendados a la realidad. Ni siquiera hubierais sido conscientes de que vosotros me habíais matado si hubiera muerto. No, desde luego que no.
Pero esto va a acabar, va a acabar para siempre.
Encontraré la fuerza para seguir adelante, para olvidar el miedo y todo el daño que me habéis hecho. Encontraré eso que se supone que hay en mí para convivir con otra gente como vosotros sin que os deis cuenta de lo que soy, de lo que os estáis perdiendo.
¡NO HAY NADA MALO EN MÍ! Sois vosotros los que veis algo malo. Los que buscáis una excusa para odiarme, cuando en realidad ME ENVIDIÁIS.
Sí, asumidlo. ¿Parezco orgullosa? Sí, esa es la mejor excusa para odiarme. Es porque me creo mejor que vosotros, ¿verdad? Y encima yo tragándome el orgullo que vosotros veis solo porque tenía miedo. Porque TENGO miedo de vosotros. ¿Si me creyera superior creéis que lo tendría? No, en absoluto. Yo sonreía, os trataba con una deferencia que NO OS DEBO, ¿y me lo pagáis así? No sois nadie, no sois nada. No somos iguales, no, desde luego que no. Vosotros estáis podridos por la envidia, yo por el dolor, y espero sinceramente que el tiempo os enseñe el error que habéis cometido conmigo. ¡Yo no quería problemas con nadie! No me los busco, ¡SOIS VOSOTROS LOS QUE ME METÉIS EN VUESTROS ESTEREOTIPOS INFUNDADOS!
¿Empollona? ¿Desde cuándo? ¿Te jode que no toque un libro, eh? No te creas que lo que tengo no me lo merezco, yo trabajo como todo el mundo, pero por suerte tengo algo especial, y sí, ESO es lo que OS JODE.
¿Orgullosa? Claro, siempre trato de mostraros lo inferiores que sois a mí, ¿no? Por eso os ayudo si tenéis problemas, os pregunto lo que no entiendo y os trato bien aunque sé que estáis deseando que me caiga por las escaleras y me parta el cuello. Claro, por eso. NO. ¡Mi escaso orgullo está muerto, MUERTO! Eso sí que lo habéis matado, mi capacidad de soñar y de creer en mí misma. ESO que vosotros creéis que es orgullo es miedo. Un miedo que me obliga a ponerme a la defensiva para que no acabéis de nuevo conmigo.
¿Hay algo más? ¿Tienes miedo de que te viole solo porque soy cariñosa con algunas mujeres? No es intención sexual, ZORRA, sino AMISTAD. Sí, abrazo a mis amigas y me muestro como soy, ¿algún problema? ¿O es que tú también quieres? Yo no soy una jodida aprovechada, ¿ha quedado claro? ¡Y no me liaría contigo ni muerta, BICHO!
¿Alguien más tiene algún problema? Vamos, adelante, dilo. ¡DILO! Total, ya os vais a comportar como las víctimas y a negar lo que ambos sabemos si es que leéis esto. Me la suda. Ya me odiáis, no creo que se pueda empeorar la cosa. Pero si me odias, quiero que sepas que es culpa tuya que me sienta mal cuando me mire al espejo, porque siempre creo que no soy los suficientemente buena para vosotros. No mires a otro lado, no. Tu odio infundado puede arrastrar a la gente. ¿Te sientes poderoso? No, negarás semejante acusación, es demasiado para tu moral de pacotilla, ¿eh? Piénsate bien a quién odias y por qué lo odias. Algún día te darás cuenta de lo inútil que es alimentar el odio, el miedo y la envidia. Algún día eso te matará por dentro. Y yo habré perdido la paciencia. Puede que algún día, si es que tienes corazón, cosa que empiezo a dudar, pidas perdón. Quizás no a mí. Quizás tengas que pedírtelo a ti mismo por todo el daño que te has hecho. No me importa. Tampoco lo disfrutaré. Solo espero que eso te sirva de algo. Porque ya nada de lo que hagamos al respecto nos servirá a ninguno de nosotros. Ni vosotros ni yo estamos en posición de cambiarlo. Gracias por todo, de verdad. Espero que esto me permita aguantar. Y si me mata, dejaré escrito un bonito epitafio, algo hermoso que tallar en mi tumba como "ellos me mataron". Aunque sinceramente, no tengo ningún deseo de morir, ni ahora ni en mucho tiempo. Porque hay gente (tampoco hace falta mucha, aunque sea así el caso) que me ama por lo que soy. ¡Que ME QUIERE DE VERDAD! Y probablemente más de lo que te querrán a ti. Aunque quizás tengas suerte y seas afortunado, por mucho que no te lo merezcas. Y por esa gente seguiré adelante. Por ellos y por mí. Porque la vida es mucho más que esto, es MUCHO más que vosotros, y espero sinceramente un futuro brillante, tranquilo, hermoso y brillante.
Hasta siempre.

martes, 11 de diciembre de 2012

Lo que me hace sentir [Art of Dying - Best I can]



Do you understand how hard I'm trying to do the best I can?

Voy a confesaros algo que no me he atrevido a decir.
El viernes pasado estuve hablando con mi madre.
Y me di cuenta de que no me comprende.
Yo creía que sí. Que por fin lo había entendido.
Pero lo único que hice fue remover el dolor en su corazón.
Lo único que conseguí fue que llorara, que se sintiera culpable.
Y, además, siguió considerándome culpable. Sigue pensando que soy culpable de lo que ocurrió.
Sigue pensando que mi modo de vida está mal. Que la sinceridad no es un camino, sino un mazo que lo destruye a uno.
No sirvió de nada decir la verdad.
Ya no sirve de nada decir la verdad.
Lleva razón. Es estúpido. No tiene sentido. Es un martillo que lo destruye todo, dentro y fuera de ti mismo.
No debería decir la verdad. Tampoco mentir. Debería callarme para siempre. Decir medias verdades. Esconderme.
Tengo que cambiar. No quiero, pero lo haré. Dejaré de ser lo que soy.
Me sentiré culpable por no serlo, igual que sufro cuando lo soy.
Y seguiré adelante hacia el fango de la normalidad. Me enterraré a mí misma en una personalidad social, edulcorada, aceptable.
Creo que estoy suicidándome de una manera terrible.
Hablando con ella volví a sentir esa desesperación. Volví a recordar cómo quería...
Siento no ser normal, mamá. Lo siento tanto.
Ya ni siquiera puedo llorar por mí. No me dejas. ¿Me quieres?
Es mi culpa por hacerse sentir así. Debería ser la hija que esperas. Siendo así, solo soy un problema.
Te avergüenzo, ¿verdad?
Soy rara, ¿verdad?
Pero voy a borrar todo esto. Lo voy a encerrar en un lugar donde no puedas encontrarlo.
Como encontraste esa carta de suicidio que ahora ya no soy capaz de encontrar. ¿Dónde la pusiste? ¿Dónde está?
¿Por qué no me dijiste nada?
¿Por qué no lo hablaste conmigo, mamá? ¿Hasta qué punto vas a pisotear mi integridad?
Tengo miedo, mamá.
Solo quería que TÚ me comprendieses.
Solo contigo hubiera sido suficiente.
Pero no puede ser, ¿verdad?
No puedes comprenderme.
No te mereces que te comprenda.
Siempre estaremos solas, mamá. Yo lo he dado todo y no es suficiente. Lo doy en la dirección equivocada.
Lo siento. No te dejaré ver lo que soy. Así ambas podremos fingir que todo va bien.
Dejaré de sentir esperanzas. No te voy a creer cuando digas que estás orgullosa de mí, porque no es verdad.
Solo estás orgullosa de lo "aceptable" de mí.
Solo sientes orgullo por la yo que canta en el coro canciones que puedes comprender. La yo que dibuja cosas anodinas y normales.
La yo que saca buenas notas. La yo que le cae bien a los mayores. La yo "respetable".
Negarás el resto que no puedes comprender.
Jamás dejaré que leas algo de lo que escribo. Que me censures. Que me digas que soy deprimente. Que te enfades por lo que escribo.
No quiero que te sientas orgullosa de mí nunca más. Porque esa no soy yo. Porque solo soy lo que tú quieres que sea, y aún así...
Aún así no es suficiente.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Ángel de la justicia

Cae.
Cae lentamente entre mis brazos, princesa.
Yo te daré un sueño interminable.
Cae.

Sube.
Sube hasta mí, princesa.
Yo te daré cada estrella del firmamento.
Sube.

Ángel justiciero, derrama tu espada sobre nosotros.
Cercénanos, mutílanos y ampáranos en esta noche sin final.
Cambia con tu balanza el curso del mundo.
Ángel justiciero, derrama tu espada sobre nosotros.

Extiende tus alas en el vacío y llénalo de verdad.
No dejes rincón a la falsedad, al falaz testimonio de los días.
Alza el vuelo entre los escombros del pasado.
Extiende tus alas en el vacío y llénalo de verdad.

Señala el norte de las cosas y deja tu legado.
Permitir desvío llevará todo al fracaso.
Esconder lo necesario nos ha conducido al desvarío.
Señala el norte de las cosas y deja tu legado.

Lava y quema el pecado que nos corrompe.
Encuentra la llave que todo lo abre y cierra con ella nuestras desfachateces.
Haz un hueco tan grande que por él se cuele este mundo de siniestras falsificaciones.
Lava y quema el pecado que nos corrompe.

Desnuda este nuestro traje de penares.
Vístenos de seguridad sin errores.
Fustiga nuestras debilidades.
Desnuda este nuestro traje de penares.

Cae, princesa mía.
Sube por estas torres de cadáveres.
Ponle alas a la justicia.
Llena de vacíos mis oquedades.
Encuentra el agua ácida que todo lo deshace.
Cae, princesa mía.
Sube por estas torres de cadáveres.

Dale la vuelta a la piel del tiempo para dejar al descubierto sus vísceras y cae.
Sube y cae una y otra vez entre mis brazos.
Yo, la muerte, te daré buen cobijo.
Sé mis alas.
Sé mi justicia.
Sé la manzana del paraíso.
Sé eterna y mía para siempre, y así solo yo seré justa.
Solo justa hay la muerte.
El ángel siempre estuvo muerto.
La muerte siempre fue justa.
Ambos son lo mismo, en el fondo.
Por eso no hay justicia en la vida.
La muerte nos la ha arrebatado a todos.
Dale la vuelta a la piel el tiempo para dejar al descubierto sus vísceras y cae.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El valor de mi "amistad"

De mí jamás obtendrás dinero. 
No conseguirás triunfo ni poder. 
No tengo amigos ni contactos privilegiados.
No sacarás más partido que el elemental.
De mí no tendrás adoración ni pleitesía. 
No doblaré mis rodillas ante tus deseos egoístas.
Pero aún así, de mí podrás obtener muchas otras cosas.
Si no me presionas, me tendrás junto a ti, rápida como una racha de viento, cuando me necesites.
Obtendrás una palabra amable en tu momento de debilidad, una palabra dura que corrija tu estupidez, una sonrisa cuando no necesites palabras.
Aparecerán de mi parte pequeños detalles que te alegren el día. Quizás un caramelo de menta. Una golosina. Una caricatura. Un mal poema.
Yo te daré cosas que no te dará nadie. 
Tocaré las fibras más internas de tu ser para arrancar los quistes que asfixian tu existencia.
Seré más que un aburrido hombro en el que llorar. 
Pero cuidado.
No te acostumbres.
Porque soy una persona humana, como tú, y algunos momentos necesitaré que hagas eso, o algo a tu manera, por mí.
Tendrás que comprender que algunas veces haré cosas que no te gusten. 
Deberás asumir que no soy de tu propiedad.
Otras veces no me comprenderás y me juzgarás injustamente. Puede que incluso me abandones.
No te guardaré rencor ni te odiaré por ello, aunque puede que exija un porqué.
Y podrás repetir tu incomprensión en un determinado grado, porque pasada cierta línea, el respeto y el cariño ya no soportan más dolor.
El día que eso ocurra, no podré estar a tu lado. No podré mirarte a la cara y no recordarlo todo. No podré omitir nunca más.
Ya no habrá palabras dulces en momentos de necesidad, porque ya no serán MIS momentos de necesidad.
No habrá palabras duras cuando te equivoques, porque los tuyos ya no serán MIS errores.
No habrá detalles. No haré mejor tu día. No sonreiré para ti. 
Pero no importa.
No importa porque para ti, todo esto que te di, 
ya no significará nada y caerá en el olvido 
junto muchas otras cosas de tu vida.
Tardaré, pero olvidaré. 
No me quedaré con lo bueno ni te torturaré por lo malo.
Simplemente caerás en el montón del olvido, 
junto a otras muchas cosas de mi vida.
Puede que incluso te componga un poema, pero nada más.
Así que buen viaje. 
Te deseo mucha suerte. 
Ojalá encuentres no una, 
sino muchas más personas que te den 
lo que te daba yo.
Y este deseo será el último regalo 
en el que ponga para ti toda mi pasión.


Ave, vuestra inquieta escritora os saluda.

Y os ofrece una explicación.
Verás, las comillas en el título tienen su significado. Para mí la amistad, como ese gran concepto de hermandad sin lazos de sangre y todas esas chorradas es un caso muy especial de locura compartida.
Muy, MUY especial y concreto.
Por eso mismo, va entrecomillado.
Porque no creo que, de todas mis relaciones con gente de este planeta y del siguiente, haya habido esa unión tan estrecha y enlazante.
Quizás sí, pero tengo claro que no en una cantidad especialmente abundante.
Tengo mis candidatos, pero prefiero mantenerlos en secreto, por si no es compartido.
Nunca se sabe.
El caso es que yo, en mi tendencia de decir cosas hirientes en los peores momentos, me acabo buscando problemas por decir que, para mí, la amistad es un artificio, es decir, que no existe.
No te lo tomes a mal, no actúo en consecuencia a esas palabras, pero aún así, eso no parece importar demasiado. (Me remito a mi entrada "Sincera sí, ¿pero a qué precio?")
Esto es una despedida elegante.
También tengo una carta, que ya subiré, ya, en algún otro momento de mi existencia, que también es una despedida a mi último fracaso.
No se lo leerá nadie, pero ahí lo dejo.
Nunca se sabe quién te puede estar observando...

jueves, 8 de noviembre de 2012

La princesa samurai o cómo perder mi tiempo en estupideces que nadie se va a leer



Había una vez...

una princesa samurai encerrada dentro de un cuento infinito, sin final ni principio, sin estilo ni argumento, solo un personaje en un folio en blanco, que por no tener, ni tan siquiera tenía rostro.

Tenía el pelo blanco como la nieve, la piel blanca como las paredes de su encierro, y una katana de hoja blanca y mango negro en la mano como única compañera de encierro.

Ansiaba volar , conocer mundos nuevos, encontrarse con otros como ella, viajar.

Pero no podía escapar de su creadora, ni cambiar el folio en blanco por un prado a todo color, así que permanecía, sin rostro, en el tiempo infinito, con su espada en alto, aguardando.
Un día... llovieron sobre ella gotitas de colores en forma de bolas.

Eran caramelos de todos los sabores, desde fresa hasta regaliz, caramelos que su creadora había dejado olvidados en el papel.

Eran tan bonitos y esféricos...

La princesa samurai deseó poder saborearlos, poder tocarlos, poder hacerlos rodar por ese prado que tanto ansiaba encontrar.




Los caramelos... rodaron y rodaron gracias a un soplo de aire de su frustrada creadora y cayeron sobre su cuerpo blanco nieve, blanco folio y blanco pared.

Las rojas de fresa, las más sabrosas, fueron sus ojos y su pelo.

Las azules, las más hermosas, cayeron sobre sus hombros como brillantes zafiros aguamarina.

El resto se repartieron por sus ropas, como lunares saltarines iniciando una danza espectral.





De pronto... un aleteo de hogares sin personajes se llevó las cuentas de colorey dejó caer un objeto junto a ella con un breve crujido.

La princesa samurai... lo observó casi con miedo, buscando reconocerlo en las viejas historias que su creadora narraba en voz alta de vez en cuando.
Tras mucho pensar, lo descubrió.


¡Era una guitarra!

Esa cosa que servía para hacer... ¿Cómo se llamaba?

¿Música?

La guitarra era tan roja...

¡Y brillaba!

La princesa quiso cambiarla por su afilada espada, pero sus manos no alcanzaban a ella.

Por más que se estirara, no podía sacarlas de su rígida postura.

Lo intentó mucho, mucho tiempo, pero su agitada creadora no tenía tiempo para dar, y lanzó sobre ella un montón de papeles y objetos variados y chirriantes.

Una segunda guitarra cayó, azul como el cielo, también sus cuentas y sus gráficas del colegio, los lápices y las gomas, casi el ordenador.


La princesa... se dio por vencida.

Nunca podría salir de su folio.

De su papel en blanco.

No conseguiría un prado verde, ni una guitarra en vez de un cuchillo afilado.

Y así termina esta historia.

La princesa samurai, sin rostro ni esperanza, cerró los ojos y durmió mientras su creadora tocaba con guitarras de juguete la melodía de una historia sin contar.

FIN

O no, nunca se sabe. De los sueños se despierta, de los cuentos se reniega y de la esperanza uno no se libra hasta que muere.

martes, 6 de noviembre de 2012

Motivos para llorar

Esta noche, más que muchas otras, tengo motivos para llorar.
Y no por mí.
Tampoco por una de esas cuidadas historias que nos venden, ni por las que difícilmente puedo crear.
Lloro por alguien real.
Lloro por una de las pocas personas que sé que me comprenden.
Por una de las pocas personas que me dice cosas duras y sinceras que me duelen pero me hacen prosperar y ver mis propios rincones oscuros.
Esa persona está pasando por un momento que no le deseo a nadie.
Esa persona tiene verdaderos motivos para llorar.
Mucho más pesados que las cruces huecas que me cargaba yo a mi espalda, más pesados que los defectos que he exagerado, que las rabietas existenciales que he tenido.
Yo me odiaba porque no tenía nada mejor que hacer, sin motivos...
Pero esa persona...
Esa persona se levanta cada día de su vida, sola, rodeada de gente que la hace sufrir, para seguir hacia delante.
Es la persona más fuerte que he visto jamás.
Sonríe, sonríe y parece un ángel, parece absolutamente feliz, jamás dirías el infierno que está pasando, y me miro a mí, patética cuando tengo una vida mucho más tranquila y protegida que ella.
No puedo soportar esta injusticia.
¿Cómo se puede tener tanta mala suerte?
¿Cómo puede haber gente colmada de regalos teniendo el corazón cubierto de mugre?
¿Esta vida es para los justos? ¿Para los listos? ¿O para los mentirosos?
Porque no puedo comprender cómo es posible que cuanto mejor persona eres, peor te va todo.
¿Acaso compensa?
¿COMPENSA ir por la senda correcta?
Además, es de las pocas personas que de verdad me valora y me respeta.
"Gracias por existir". Esa ha sido su despedida.
¿Cómo puedo yo dormir tranquila esta noche, sintiendo miedo por ella, porque haga lo que yo jamás tuve valor para hacer?
¡Soy YO la que debería dar gracias por su existencia!
Dice que quiere escribir. Que si creo que de verdad le ayudaría.
Y esto es lo que he podido responder:


"Escribir es algo que me ha ayudado a poder vivir conmigo misma.
Es, muchas veces, el único motivo por el que me respeto.
No tengo motivos por los que no ser feliz, no me merezco estar triste, por eso me duele, me duele tanto que tú sí los tengas y sigas ahí, despertándote todos los días de tu vida.
Eres una persona muy fuerte, que nadie te diga lo contrario.
Nadie tiene el poder de solucionar todos los problemas, menos aún con nuestra edad, así que no pienses, si es que lo piensas, que no estás haciendo suficiente.
Solo el hecho de que sonrías para hacer felices a los que amas vale más que cualquier otra cosa.
Vales más que esas víboras con las que vives, esquivando picaduras venenosas.
Eres admirable, preciosa, la cosa más hermosa que he visto jamás.
Eres más dura que el diamante, e igual de frágil, pero incombustible.
Me siento estúpida siendo precisamente yo la que te diga esto, pero es lo que pienso.
Nada, ni el mundo ni el dolor, van a tumbarte.
Caerás, cientos de veces, pero te levantarás, yo misma te levantaré si hace falta, aunque me tenga que arrancar la piel a tiras.
Te mereces que todo el mundo te trate con dulzura, te mereces que la vida haga que lluevan sobre ti flores y buena suerte.
Pero la vida no es justa, así que vamos a pelear para darle la vuelta a la puta tortilla, para ser felices, juntas o por separado, como tú quieras.
No te pido que sonrías cada día. Me vale con que salgas de la cama y puedas afrontar tu realidad.
Te quiero."


¿Acaso servirá de algo? ¿Sirven de algo mis palabras?

¡NO!

Porque no llegan a nadie, porque no harán su vida mejor, porque no tienen ningún valor.
Mis palabras no pueden hacer que el mundo entienda que está cometiendo una injusticia y debe cambiar.
¡El mundo jamás querrá escucharme!
Quiero que encuentres tu puerta, tu llave a la felicidad.
Quiero que seas feliz.
Quiero que encuentres en la escritura, o en cualquier parte, un refugio.
Quiero estar ahí, saber qué puedo hacer para ayudarte.
¡¿Cómo van a molestarme tus problemas?!
¡He llorado en tus brazos, has acariciado mi cabeza y me has dicho que todo irá bien!
Que mi nueva vida será maravillosa, que encontraré a gente que me aprecie de verdad.

¿Y tú qué?
¿Quién va a decirte que todo irá bien?
¿Quién acariciará tu cabeza?

Si tan solo eso aliviara un poco parte de la carga que soportas... 
Si tan solo eso te hiciera sentir a salvo por un segundo...

¡Es todo tan terriblemente INJUSTO!

Cada día te levantas y hay algo nuevo torcido y destrozado.
¿Cómo puedes vivir con ese miedo a que todo se haga trizas una vez más?
¿Tienes un segundo de paz?
Oírte decir que necesitas morir es lo más descorazonador que he oído jamás.
¿Tú?

¿TÚ?

Ojalá pudiera ir hasta tu casa, hasta la misma puerta de tu habitación, hasta los mismos pies de tu cama, para cantarte una nana y que puedas dormir en paz.
Te la cantaría hasta que me quedara sin voz, hasta que no pudiera respirar de las lágrimas.
Tú no puedes morir, tú no puedes caer tan bajo. 
¡TÚ NO!
Porque si tú caes, ¿en qué podré creer?
Si la vida te tumba, ¿qué quedará puro que admirar?
Así que maldita vida, maldita suerte, escoge otro objetivo con el que cebarte. 
Y déjala en paz.
Porque si desaparece, nunca te lo perdonaré.
Nunca más me levantaré por la mañana pensando que eres bella.
Nunca más pensaré que eres justa.

Nunca más seré la misma persona.

domingo, 14 de octubre de 2012

Sincera, sí, ¿pero a qué precio?

Pero vamos a ver que yo me aclare... ¿Se puede saber de qué va esto?
Sí, sí, esto.
ESTO.
No, una caja no, que era una metáfora, señores.
Me refiero a otra amiga nuestra, una amiga incómoda.
Lo que viene a ser la SINCERIDAD (ahí, en grande y de colores, para que no digáis que no la veis)


¿Existe? ¿Es un mito? ¿Una leyenda urbana, como los cocodrilos en las cloacas de Nueva York? (Yo eso, particularmente, me lo creo)
Porque yo no lo entiendo, señoras y señores.
¡Yo no lo entiendo!

Vamos por la vida creyendo que todo el mundo nos la debe, y no somos capaces de aplicárnosla un poquito ni con nosotros mismos.
Pero mucho cuidado, que el problema no es que nos la den o no, no señores, no.
El problema es que REALMENTE la queramos o no.

Imagínate que eres feo. Terriblemente feo. Imaginatelo por un segundo.
¿Te gustaría que te lo dijeran?
La mayoría de la gente, por convención social, diría que , que puede asumirlo y que quiere saberlo.
Pero no te engañes, no, eres feo pero ¡NO quieres saberlo!
Prefieres mirarte al espejo todos los días y pensar que eres normal. Te engañas a ti mismo.
¿Cómo puedes serle sincero entonces a los demás, eh?

Imagínate que tienes un amigo, (sí, hoy va de imaginar, ¿vale? Para una vez que hago que os esforcéis...) un amigo que te ha hecho muchos, muchos favores.
Pero muchos, ¿eh?
Gracias al cual has podido mejorar como persona, un amigo que te ha perdonado de todo, borderías varias, que le dejaras en la estacada, que no le comprendieras, que no le creyeras... cientos de pequeñas y grandes cosas.
Esa persona las olvida.
Todo va bien.
Todo va de puta madre.
Pero ocurre algo.
Quizás suelta un comentario sincero, una sinceridad tan absoluta que duele, que duele mucho, precisamente porque es verdad.
Que eres borde, por ejemplo. O que cree que tarde o temprano le volverás a traicionar.
Cualquier cosa que duela.
Y entonces, con unas cuantas palabras, todo se viene encima.
Olvidas las horas, días y semanas que ha gastado en ti, perdonándote ofensas mucho peores, dándote su tiempo, su espacio, su ayuda, sacrificándose, vamos, pero tú no puedes perdonarle.
¿Por qué? ¿Acaso has creído que era tu esclavo? ¿Que te debía pleitesía eterna? ¿Que no puede tener una opinión?

Decides, en todo tu orgullo (que de eso tenemos todos de sobra, ¿verdad?) supremo, ignorar a esa persona, que nota que estás mal con ella, pero no haces nada.
No eres SINCERO y le dices lo que piensas, que es lo más fácil, no.
Esa persona tiene que saber QUÉ ha hecho mal, cuando en realidad lo único que ha hecho ha sido ser sincero, que debería ser algo bueno, ¿no?

Cuando esa persona, sincera, se cansa y te pregunta, recibe una elaborada sarta de medias mentiras y medias verdades.
¿Por qué? Porque no puedes aceptar que lleva razón. O quizás algo más. Quizás le tengas envidia por otras cosas, como su capacidad de dar consejos, el color de sus ojos, ¡lo que sea!
Pero no se lo puedes decir, solo mientes, mientes por instinto, te mientes a ti mismo porque no está bien visto o no debes aceptar que le envidias, o que lleva razón o lo que sea.
¿Y si resulta que tú dices ser una persona que pide SIEMPRE sinceridad?
No, tú no quieres sinceridad. ¡NO PUEDES ACEPTARLA!

Así que antes de pedirla, piensa... piensa un segundo... ¿de verdad podrás vivir con ella?
Además, ¿son suficientes unas cuantas palabras para borrar lo que cientos de acciones han construido entre tú y esa persona?
En el mejor de los casos, las respuestas serán SÍ y NO, en este orden.
En el peor, os lo podréis imaginar.

Y con esto dejo bien claro, que cuando yo pido sinceridad, soy capaz de asumir la verdad. No voy a odiarte por pensar distinto, por decir algo que contradiga todo lo que hiciste a mi lado o por decir algo duro de mí.
De eso TAMBIÉN se aprende, sobre todo de nosotros mismos, y muchas veces mucho más que con cualquier otra cosa.

Y para reforzar mi boca indiscreta, voy a ser sincera cuando me dé la gana, le pese a quien le pese... aunque con quien merezca la pena. No soy tan estúpida de decir lo que se me pasa por la cabeza...
Esto... Esto es lo que se me pasa por la cabeza... Bueno, da igual, si nadie se lo va a leer, ¿verdad? ;3

sábado, 29 de septiembre de 2012

Dormida


Ahora que estás dormida...
Ahora quiero besar tu frente y acariciarte, 
porque despierta nunca me dejarás.
Quiero estrecharte muy fuerte para estar seguro de tu existencia.
Date cuenta de lo que siento.
Por favor, date cuenta de que existo.
Ahora que no me ves...
Ahora quiero descubrir a qué huele tu pelo, 
cogerte la mano y besar cada falange de tus dedos y rendirte culto eternamente.
Siempre sueño con tu cintura, con tu manos, con tu voz...
Y siento ganas de llorar porque tu sonrisa no es para mí.
Te quiero y no importa que ni siquiera sepas que existo.
No me importa morir por tu amor, esperando que algún día te despiertes y quieras ser mi princesa.


Hola. Si la foto te ha llegado a la patata, que sepas que soy yo y estoy cogida, pero gracias por tu atención. Si no... ¡desaprensivo sin corazón! ¡Tú has visto lo mona que es esta ricura! Desde luego... ¡No tienes ojos en la cara!
...
Esto...
Ignoradme y disfrutad de mi patética poesía.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Hueco


Hay un hueco, un vacío, un agujero.
Hay silencio, un minuendo, un staccato.
Hay una conversación fantasma, una nota evanecida, un temor vibrando.
Hay una foto vacía, un verso en blanco, un soneto inacabado.
Hay una ausencia.
Me falta algo.
Hay ventanas cerradas, puertas abiertas, encierro.
Hay frío, trémulas sombras, hay miedo.
Hay cristales en el suelo, polvo en los estantes, sangre en los cajones, ruido.
Hay una taza a medias, un cigarrillo apagado, un desayuno incompleto, sueño.
Hay una ausencia.
Me faltas tú.


Por si nadie se ha dado cuenta, el dibujo lo he hecho yo. No es que dibuje muy bien, pero se nota bastante, y por si las dudas, lo confirmo. No tiene nombre, así que si a alguien se le ocurre, puede comentar ahí abajo con alguna idea interesante.

lunes, 24 de septiembre de 2012

La vida en la universidad, ¿ventajas?

Hola, mis desconocidos seguidores.
Os tengo más abandonados que a una tostadora en el Polo Norte, lo sé.
Y sí, sé también que serían realmente útiles allí teniendo en cuenta que no hay pescadito que se precie al que no le peguen bien un par de tostaditas recién hechas, pero la electricidad es algo que escasea últimamente por esos lares y más aún con la crisis, que los fotones están explotados corriendo de aquí para allá y no tienen tiempo de subir al norte.



¿Y por qué escribo esto si sé que da lo mismo lo que publique?


Pues porque con alguien tendré que desahogarme, digo yo, ¿eh? ¿Eh? ¿EH?
Reconócelo, pillín, a menos que subiera a la Esperanza Aguirre en bragas (en bragas no, pero casi, ni se te ocurra pinchar aquí) ni un vistazo le echarías a este blog.


Ojalá pudiera hacer eso para desahogarme pero qué le vamos a hacer -->


Y es que vengo a hablaros (o a hablarme, más me parece) de mis primeros días en la universidad.
Para quien no me conozca, soy una alegre chica de pueblo que jamás ha pisado calle transitada por más de 20 personas, y mira por dónde he acabado en Madrid, y no, no es la ciudad de las luces como me dijo alguien un pelín desubicado, sino la ciudad del Metro y los trenes, trenes en todas partes, imprescindibles para comer, beber e incluso respirar.
Y no es que viva en pleno centro (eso es para ricos, me parece a mí), sino que estoy dentro del adorable campus de la Autónoma, en una residencia, más concretamente.
La gente te vende la vida universitaria como el desmadre padre.
La mejor época de tu vida.
"Ya verás qué bien te lo pasas, hija mía."
Pero se les olvida comentar un par de cosillas:
  1. Estás más solo que la una, en medio de ninguna parte, con el tren y el autobús como único medio de transporte, es decir, estás sujeto a sus horarios, lo quieras o no, y antes de las 23:30 a casita, que si no te quedas en la calle. (Y bien os lo puedo decir que estuve a puntito de dormir en Chamartín, con las urracas y los ratones [hay muchas urracas en este campus, es una cosa que nunca entenderé])
  2. La gente va a su puta bola, como es natural, porque campus o no, esto es Madrid City, y aquí o te asas las castañas tú solito o te jodes, aunque te tengas que construir un horno solar con tus propias manos y los cristales de esas gafas chorra que jamás te has puesto. ¿Y en qué se traduce ir a su puta bola? En que da igual lo simpático, maravilloso y adorable que seas, si eres yo, que es mi caso, todo intento de conversación queda frustrado pronto por la cara de muermo/aburrimiento que te pone el compañero. Hasta aquí todo bien, ¿eh? Porque si recordáis el punto 1, estás solo en mitad de la nada y los pocos pobladores de este campus de ratas de laboratorio y otros especímenes, a nadie le importa una mierda lo solo que estés.
  3. Carecemos de servicios básicos como supermercado/tienda/algo. Por suerte, a una parada de cercanías, lo tienes solucionado, pero eso nos lleva al punto nº 4, que es...
  4. ¡¡¡¿Habéis visto lo caro que es viajar en Metro?!!! ¿Se piensan que el dinero crece de los árboles o qué? Por si la indiferencia madrileña te había dejado algún conocido, ¡¡¡el tren te lo quita porque ni siquiera le puedes ir a ver!!! ¡¡Voy a tener que vender mis pulmones de no fumadora a cambio de un metrobus a este paso!!
Y en realidad, dado el estado de depresión y rabia en el que me encuentro, podría seguir despotricando, pero es mejor que no.
¿Por qué?
Porque tarde o temprano me acostumbraré, digo yo, ¿no? ¿No? ¿NO?
Porque yo, sinceramente, empiezo a dudarlo.
Estas dos semanas han sido un completo caos, en el que no sé ni dónde estoy, ni qué hago ni por qué mis huevos tienden a explotar cuando los meto en la sartén, eso es un completo misterio.
Sí, Madrid es la tierra de las oportunidades a la española.
Y como buena tierra de oportunidades, algún problemilla tendría que tener (contaminación a parte, las lluvias radiactivas casi son lo de menos), ¿no?
Ah, se me olvidaba lo siguiente:

      5.    Mi residencia restringe el internet, así que nada de cometer ilegalidades estilo bajarme una canción o un vídeo.
¿Pero qué es esto? ¿Guantánamo?
Venga, poned cristalitos en la parte de arriba de las tapias para que no podamos escapar, señores.

Aunque en realidad estoy genial, me quejo de vicio (guiño).
Además, llevaba mucho tiempo sin escribir gilipolleces que a nadie le importan, ¿qué más da?
Mi obra de teatro ha sido un auténtico fracaso, mis esperanzas como escritora cada vez son más pequeñas y la tortilla que me he hecho ha salido asquerosa y todavía no sé en qué la he cagado.
Mi siguiente problema será cómo recargar el móvil, dónde encontrar una puñetera carpeta de anillas y la alineación de Marte y Saturno para mi próximo horóscopo.
En fin, amigos deprimidos, creo que echo el cierre y me marcho.
Un saludo desde la universidad, ejem ejem pringaos.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Inside (Tras la línea) || 16 || Epílogo FINAL


Y el caso es que desperté… yo sola.
Mi otra yo desapareció y nunca más volví a oír su voz.
Recuerdo que lo primero que hice fue taparme los ojos con las manos y llorar, llorar durante horas sin ninguna explicación, como si necesitara vaciarme de alguna clase de veneno enquistado en mi interior.
No es fácil desprendernos de golpe de una parte de nosotros mismos, incluso aunque esa parte no nos guste del todo.
Aunque no puedo decir que la otra Kate no me gustase.
Al principio no podía mirar a mis padres a la cara.
Tenía la sensación de que había matado a su hija, pero no creí que fueran a entenderlo, aunque se lo explicara.
Mientras estaba haciendo la rehabilitación, recibiendo visitas y flores que no quería recibir, me di cuenta de que no me sentía del todo feliz con lo que me rodeaba.
No por mis padres, sino por todo lo demás.
Nadie se dio cuenta de que la otra Kate había muerto y, en cierto modo, me costó admitir que yo era la única que lo sabía.
La única que estaba de luto por mí misma.
“Esa” Kate no tendría un funeral, nadie que la llorara ni le rindiera tributo… No tendría una despedida decente de este mundo.
Eso me apenaba y me enfurecía, como si el hecho de no tener cuerpo la hiciera invisible para el resto del mundo excepto para mí.
La gente creyó que mi cambio de personalidad se debía al accidente y no hicieron preguntas.
Nadie sabía nada.
Nadie quería saber nada.
Después de unos meses de rehabilitación, me dieron el alta y lo primero que pedí fue una mudanza.
No podía volver a vivir la vida que habíamos construido “ella” y yo juntas, entre las dos.
Haciendo las cajas, guardé muchas de “sus” cosas en una caja que nunca abrí de nuevo ni tiré. Tenía la sensación de que era lo mínimo que podía hacer por quien había vivido conmigo en mí y me había dado la libertad.
Poco después de mudarnos nació el bebé y comenzamos una nueva vida.
Era una niña, preciosa, a la que llamaron Judy por no sé qué abuela.
A mi otra yo le habría encantado, toda rosita y sonrosada, llena de volantes y flores por todas partes.
Pasé muchas horas con ella, jugando o mirándola mientras dormía, algo que llenaba mi vacío, hasta que llegó un momento en el que se cerró.
Con el cambio de aire conocí a mucha gente, creé un mundo nuevo a mi alrededor, fui yo misma por primera vez en mi vida.
El caso es que me hice especialmente cercana a uno de mis vecinos, un chico de mi edad algo descarado que se llamaba Sharon.
Sí, sus padres le pusieron el nombre creyendo que era una chica. Quizás fue por eso por lo que me acerqué a él, porque me hacía gracia su forma de ser y de vivir, a lo despreocupado.
Tenía un hermano pequeño, Robin, de la edad de Judy, así que nos encontrábamos todas las mañanas cuando los llevábamos al colegio.
            -Tata… -Así me llamaba Judy, que tenía tres años y trataba a marchas forzadas de aprender a hablar. Me recordaba mucho a la otra Kate en su forma de hablar, con esa candidez inocente que la hacía parecer una niña un poco ingenua.
            -Dime.
            -Cógeme eza flor…
Y le encantaban las flores. Yo había comenzado a arreglar una pequeña parcelita del jardín solo para que ella jugara. Al menos los intereses de la otra Kate servían de algo.
            -Hola, florecitas del campo. ¿Necesitan la ayuda de un valiente caballero como yo? –Y así hacía su entrada Sharon todas las mañanas, con su hermano de la mano y una pose seductora a la que solía responder riéndome de él en su cara.
            -No recuerdo haber solicitado los servicios de ningún superhéroe de pacotilla. –Le respondí, haciendo gala de mi sátira.
            -Vaya… Me ha pisado usted la excusa, señorita. –Replicó, sacando una flor de la nada que acabó, indudablemente, en el pelo de Judy. –De todos modos, a usted no le gustan las flores, ¿verdad?
            -Afirmativo. –Dije con un amplio bostezo que Sharon aprovechó para ponerme una piruleta en la boca.
            -Toma, un dulce, a ver si dejas de ser tan ácida.
            -Mira quién fue a hablar… Anda, métete en agua, que te sobra salero… -Mascullé, fingiendo estar ofendida mientras me adelantaba.
            -Venga, Kate, que era una broma…
La verdad es que me encantaba tenerle detrás… Era un chico muy simple… Bueno, como todos, pero era de los pocos que entendía mi humor y con el que podía salir por ahí con tranquilidad.
Además, iba a mi universidad, así que me acercaba a veces en la moto…
Sí, no he escarmentado mucho desde el accidente…
El caso es que la reacción normal ante esas situaciones era comenzar una pelea amistosa que siempre ganaba yo, que acababa con la graciosa reprimenda de Judy.
Pero al parecer, ese no era un día como los demás, porque Sharon me sacó la piruleta de la boca, me cogió por la cintura y me besó.
Judy y Robin no se dieron cuenta de nada, y casi lo agradecí, porque estaba completamente… ¡alucinada!
            -¡Sh-Sharon! ¿Qué…?
Sharon se sonrió y miró a ambos lados, besándome otra vez, por si no estaba lo suficientemente avergonzada y fosforescente…
Se relamió y me sonrió, como si hubiera hecho la mejor carrera de su vida, diciendo:
            -¿Eso es un sí?
            -¡Por supuesto que no! –Respondí cuando recuperé el juicio y vi lo que había hecho, alcanzando a Judy y Robin.
            -Venga, sal conmigo. Tengo moto, saco buenas notas, nuestras familias se llevan bien, nos conocemos de hace mucho… ¿Acaso hay un mejor pretendiente en la zona o qué?
Por respuesta le di un carpetazo en la cara que lo dejó fuera de combate y tuve una salida tan triunfal que me sorprendió no escuchar trompetas ni tambores a mi paso.
            -¡Vámonos, Judy!
            -Pero tata… Eztas muy roja… ¿Te haz quemado?
            -¡N-No estoy roja, maldita sea! ¡No estoy roja en absoluto!
Grité eso lo suficientemente alto como para me oyera, y el caso es que pasé una semana sin dirigirle la palabra.
Pero Sharon era persistente. Al final fue él el que ganó la partida, por insistencia más que otra cosa.
En otra línea de cosas, acabé en medicina y me especialicé en psiquiatría.
Cuando más aprendía sobre el tema, menos explicación le daba a mi desdoble y a la presencia de la otra Kate, y cuanto más crecía Judy, más me daba la impresión de que “ella” se había convertido en mi hermana.
Puede que fuera solo un deseo, una impresión, una necesidad… no sé.
También me parecía que Robin era Mathew y que al final tenía razón, que siempre hay una segunda oportunidad.
Quizás es solo que necesito pensar que “ella” no murió aquel día, que no se sacrificó por mí, sino que encontró su verdadero destino.
Sí, prefiero pensar que “ella” está aquí conmigo, de algún modo.
Que yo soy Kate y “ella” es Judy y así es como tiene que ser.
No creo en el alma.
No hay nada después de la muerte.
Puede que mi mente trastornada creara a esa Kate y que el accidente me devolviera la cordura.
O puede que sea ahora cuando estoy verdaderamente loca.
Ya no puedo volver atrás. No lo pretendo.
Disfruté aquel momento y me llevo el recuerdo de lo que esto significó para mí, la consciencia de que tuvimos una segunda oportunidad y de que tras la línea que ambas compartíamos ahora solo quedo yo… Porque ella ha encontrado su propia línea, su propio equilibrio… Porque ya no seremos voces invisibles escondidas en la oscuridad.

martes, 4 de septiembre de 2012

Inside (Tras la línea) || 15 ||


“¿No quieres que te llame Kate? ¿Entonces qué te llamo, Katie? ¿No? ¿Pues entonces cómo? ¿Osita estaría bien? ¿Te da vergüenza? ¡Pues a mí me encanta! Eres tan mona… Déjame, anda… ¡Bien! ¿Qué, osita, vamos al parque? ¡Pero no te enfades! Cómo quiero yo a mi osita…”


Ya he decidido.
¿El qué?
No quiero despertar.
¿Cómo? ¿Pretendes que estemos así toda la vida?
No, tú no. He dicho que YO no quiero despertar.
Pues lo llevas claro, porque vamos en el mismo pack. No sé cómo te vas a apañar.
No tengo ningún motivo para despertar. Ya no quiero ser Kate nunca más.
¡Pero ERES Kate! ¡No puedes dejar de serlo de la noche a la mañana!
No, tú eres Kate. Yo no soy lo que ellos esperan.
¡Claro que lo eres! Espera… ¿Qué?
Mamá y papá quieren una hija seria e inteligente. Y esa eres tú.
¡Eso no es cierto! ¡Tú eres la favorita de mamá!
Eso no es así.
¡Dame un buen motivo!
No quiero seguir, ¿vale? Lo único que era solo mío ya no está. Nadie me necesita.
¡Yo te necesito!
No, y lo sabes.
¡No puedes saber cómo me siento!
Si fuéramos la misma persona, lo sabría…
¿Qué? Es la primera vez que te dejo sin palabras…
No puedo aceptarlo. Las dos nos hemos metido en esto y las dos vamos a salir.
No, Kate, vas a salir tú sola.
¡Deja de llamarme así! ¡Ambas somos Kate!
¿No querías ser libre? Ahora que puedes, te quejas…
¡Pero no a tu costa! ¿Qué harás si no te despiertas?
No lo sé… Moriré, ¿no?
¿Y eso no te da miedo? ¡No parabas de decir eso hace un momento!
Antes sí, pero ahora… Es lo mejor, Kate, y te mereces vivir. Siempre hemos hecho lo que yo he querido… Te agradezco mucho que me dejaras estar con Mathew a pesar de que no te caía bien…
¡Corta ya esa mierda, tienes que venir conmigo!
No, Kate, eres tú quien tiene que despertar. Dale un beso a mamá y papá de mi parte, ¿vale?
¡Espera! ¡No hables bajo ahora! ¡Repite eso si te atreves!
Lo siento, Kate. No te enfades…
¡Espera! ¡No te vayas, joder! ¡Kate! Espera… No te vayas, por favor… No me dejes sola… ¡Hija de puta, te he dicho que esperes! ¡No voy a dejar que me hagas esto! ¡No después de todo lo que he aguantado! Ven aquí y… No…