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lunes, 26 de octubre de 2009

Llegará (Parte 5/10)


5. Llegará V: Nada

No hay color, solo gris; negro y gris, que lo llenan todo con su luz fluorescente.
Son tus ojos, teñidos de oscuridad, los que delatan tus emociones.
La ira, el miedo, la indiferencia.
Pero la alegría está vetada para los corazones moribundos.
Como el tuyo, ¿verdad?
Quieres gritar, gritas, pero nadie se para a escucharte, te juzgan, te mutilan, te anulan, y mientras echas de menos el calor de la ignorancia…
¿Qué haces?
Nada.
Nada de nada.
No puedes, no quieres o no sabes, pero no haces nada.
Y te hundes en autocompasión, despreciándote, gritándole al cielo por una estrella que te guie.

martes, 20 de octubre de 2009

Llegará (Parte 4/10)



4. Llegará IV: Libertad

¿Libres?

¿Se creen libres?

Están atados a sus caprichos y sus idioteces, y tú les odias por ser tan diferente.

Es su culpa, lo sabes.

Quieres hacer algo, pero no sabes qué.

Te refugias en tu coraza teñida de arrepentimiento por los pecados que no cometiste, y mientras la justicia que te deben marca tu piel, observas a todos girar y girar en este juego cruel, con sus máscaras ocultando su verdadera faz, y te sientes desprotegida por no tener dónde esconderte.

No hay nadie así, y dejas de buscar.

¡No es justo!

Nunca lo fue, ya lo sé.

Te repites una y otra vez, y te encierras tras tu palacio de roca fría y desierta, escuchando los punteos de una guitarra melancólica que grita al mundo su llamada.

No deberías ser así, la caricatura de la bondad en el cuerpo de un error.

Deberías ser un ángel de oscuridad, ganarte el respeto, dar miedo y ocupar un puesto respetable muy por encima de sus cabezas.

Deberías aplastarlos a todos.

Pero no eres como ellos.

Nunca lo serás.

Y mientras gruñes en tu descontento, bloqueas el paso a los que dicen ayudarte, y les echas en cara sus errores, como si fueran tuyos.

lunes, 19 de octubre de 2009

Llegará (Parte 3/10)


3. Llegará III: Arte

Hombres y mujeres de plástico, burdas imitaciones de lo que deberían ser de verdad.
Pero tú no eres como ellos, tú te resistes a pelear en un mundo de latón y te conviertes en algo oscuro e incomprensible para ellos.
Te apartan, te temen y te odian, y mientras tu cara muestra sonrisas anodinas de cuento de hadas, tus ojos pudren todo lo que tocan, y hasta la mínima expresión de tu arte huele a muerte y desilusión.
No tienes miedo de que usen palabras como “amargada” o “deprimida”.
Es tu realidad, nada malo.
Nada nuevo bajo el sol.
Deberías ser más cruel, reír en el sufrimiento de los que te hicieron lo que eres, pero no es así, te retraes, y esperas una señal, el momento de la venganza divina.
Pero no llegará, sabes que no llegará, y le das vueltas a lo mismo en tus dibujos y en tus canciones, en los libros que lees, en cada palabra que escribes, acuchillando el papel con saña.
Buscas un hueco, un agujero por el que desfogarte, pero estas muy bien encerrada en tu cúpula dorada de caprichos y mentiras, tejida con los hilos de la sociedad.
El juguete de otros, la niña inofensiva, la violencia contenida en palabras que saben a veneno en tu boca cuando te las tragas.
Desconfianza, dolor y mansedumbre.
Opresión.

martes, 13 de octubre de 2009

Llegará (Parte 2/10)


Llegará II: Pasado, futuro y presente


La promesa de un futuro aun más sombrío te pesa, pero no importa, el futuro no existe, y el pasado es solo un lastre que arrastrar contigo.

El presente es en realidad una pequeña charca llena de moho y suciedad, y luchas en ella por encontrar tu lugar.

No ves nada, porque está turbia, pero en realidad da igual.

Siempre estuviste ciega.
Sí.

Es mejor no hacer planes, no pensar en lo que tenemos delante, sino en lo que está aquí en frente, a nuestra vista, desafiándonos, retándonos a un duelo a muerte.

Porque las palabras bonitas nunca expresan en realidad lo que queremos decir, solo las duras, las que van manchadas con sangre, las que descarnaron los huesos del desprecio.

Hay momentos en los que confundes un faro en la penumbra con tu salvación, pero hace mucho tiempo de eso.

Has aprendido a distinguir.

Hay momentos en los que te derrumbas, y pierdes el control de la pequeña burbuja en la que te has sumergido y lloras, piensas y sufres más de la cuenta.

Pero eso es malo, no es decoroso, la apariencia es en realidad lo que más cuenta.

jueves, 8 de octubre de 2009

Locuras (aderezadas de sueños y critica social)


Qué fácil es sentirse culpable.

Dormirse entre las hojas del viento infinito de la autocomplacencia y descansar en ellas como si fueran un lecho paciente.

Olvidar lo que nos rodea, esconderse entre las sombras de dulces recuerdos.

O del más oscuro de nuestros males.

Y descansar,

Ignorar el hambre y la muerte.

La destrucción.

La agonía de las almas durmientes, el frio temor de los desamparados bajos sus techos de paja y fiebre.

Quemar los sollozos, los libros nunca escritos, y las locuras ajenas.

Llorar todo lo que duele, y reírlo también, ¿Por qué no?

Con manchas de café en el alma, imborrables, hirientes y hueras, impulsadas por el hambre.

Y descansar.

Y sentir la inercia de mis pasos sobre la arena.

O sobre el colchón de una habitación prohibida.

Llena de polvo y soledad.

Y descansar.

Y morir una y mil veces por ti.

Y buscar el aire que me falta y el miedo que me sobra… regalárselo a los pobres infelices llenos de felicidad, que se con forman con un sofá cómodo y un buen pastel.

Y descansar de ti, que me cansas con esa mirada tan llena de agonía y poder.

Comerme las ganas de bailar, y sustituirlas por suaves brisas de sangre.

Gritando palabras sin sentido, con la cabeza llena de mundos imaginarios en los que esconderme.

Y ser la loca de un tren desierto lleno de fantasmas celebrando un cumpleaños.

Y odiar mi propia sombra tras una discusión llena de estupideces.

Y llamar idiota al destino por colocarme donde estoy, y no en un sitio más calentito.

Y volar sin alas en medio de lágrimas pasajeras llenas de penas voladoras, que quemaron sus alas en el fuego de la esperanza.

Y poner un enorme cartel en la calle donde ofrezco mis servicios como adivina a domicilio, siempre que el domicilio este en medio de la calle.

Y creerme inteligente por saber cómo atarme los cordones bajo presión, con tu aliento en mi nuca.

Y filetear un salmón recién sacado del agua con una caña de hielo envenenada.

Y comérmelo, claro está.

Y morder al sistema por no darme lo que quiero, ni hacer lo que me gusta.

E ir pegando a la gente en la calle por ser como es.

Y convertirme en algo informe con cara de perro mareado en tabernas de mala muerte.

Y beber, y beber hasta hartarme el líquido de una sociedad enferma y muerta de asco patógeno y mutante.

Y ser la paloma mensajera de un delincuente pasado de moda, que roba lencería en una tienda de mascotas.

Y amanecer cada mañana con el murmullo de mi conciencia gritando que me ligue al portero automático con una sonrisa cada vez que llame.

Y teclear tonterías en la puerta de tu casa, cosas locas como te quiero y no te quiero cuando te quiero.

Y cuando me mires, darte un beso, para que me mires cada vez más (o menos).

Y enfadarme porque la tostadora funciona y no sé qué decirte cuando me ladras.

Y unir palabras, sentirlas, paladearlas, como si fueran mantequilla en una galleta.

Y contarte lo que me salga, sin pensar, sin respirar, sin comentar la jugada con tu hermana.

Y ser tu estado temporal, sin principio y sin final.

Y cuando me escuches, no hablarte.

Y aceptar cientos de retos a la suerte y a la muerte.

Y ser yo mañana, o pasado, o cuando me dé la gana.

Y estar fuera de arrebatos colectivos e individuales.

Y dormir con la almohada llena de sangre.

Y soplar por encima del chico “X” que siempre suele estar tan ocupado en sus delirios de princesa.

Y cruzarte la cara con palabras prohibidas, como sífilis y gonorrea.

Y arrepentirme por ello a la semana y aparecer en tu puerta en un valle de lágrimas.

Y regalarte flores secas y marchitas cuando te apagas.

Y no me hablas.

Y aceptar que no es la vida solo lo que más apesta.

Y decirte gracias por nada y esperar una respuesta agradable de tu parte, pero mejor si no contestas.

Y disfrazarme de lobo con piel de cordero degollado, con cuernos de demonio y patas de gallo.

Y decirte al oído ¿me amas?, mientras clavo un alfiler en tu montaña de promesas sin cumplir.

Y cantar cien canciones de amor y una copla desesperada, más desafinada que el canto de un gallo afónico en el desierto del Sahara.

Y arrastrar la bolsa y la vida por un tinte color rojo sol, para embellecerlas y perderlas nunca de vista.

Y soñar en un mundo de insomnes parapléjicos con hambre de hambre altruista.

Y ganarme el respeto perdido en algún antiguo sino de celtas y bordes.

Y coser a mi chaqueta tu nombre y el de toda la gente que se precie a ser preciado por un bicho en uniforme escarlata con manchas de mermelada podrida y cortante.

Y sentir como vuela la vida en el trineo de Santa Claus por encima de nuestras cabezas pensantes.

Y mojarme bajo la lluvia seca y ácida que cubre las ciudades.

Y derrumbar una iglesia sin fieles que busca el perdón divino en tierra fronteriza y secante.

Y empujar a los hijos de nadie hacia pozos sin fondo de aberturas estrechas y bordes.

Y hablar, hasta que alguien me pare, pistola en mano en busca de paz malsonante.

Y buscar en pozas gimientes las eternas fuentes de juventud perdida y flotante.

Y poner punto y final a este enjambre de lunas y estrellas errantes y cometas envueltos en llamas azules, escarlatas y verdes.

Y pisar vagamente las calles infestas e infernales y llenas de la sangre de los que lucharon en ellas por sus ideales y serán escuchados en miles de canciones que yo nunca llegué a oír.

Y volar, en un instante a tus pies suplicantes y morir de una vez en sus descartes.

Y borrar las malas obras de arte, del mapa, para ver si la sociedad se da cuenta de que se matando.

Y esto ya no tiene final.

martes, 6 de octubre de 2009

Llegará (Parte 1/10)

Llegará I: Respirar

Es como la sensación de estar en una habitación sin salida.

Es como la angustia, la ansiedad, la necesidad de salir y tomar una bocanada de aire.

Es como mil alfileres clavándose lentamente en tu piel.

Pero tienes que tragar.

Son solo palabras, piensas.

Y sigues adelante, arrastrando tras de ti los pedazos de un sueño.

Te aíslas, te escondes, te ignoras, y luchas por pensar que esto solo es una pesadilla de la que vas a despertar.

Pero las palabras siguen ahí, ahogándote, asfixiándose, robándote gota a gota la sangre y las ilusiones.

No lloras, hace tiempo que dejaste de hacer eso, pero sufres, te compadeces, te hundes aún más en la oscuridad de tu memoria y te dejas llevar, porque luchar contra la corriente es demasiado difícil.

Es como una piscina en la que perdiste pie y te ahogaste.

No sabes cómo entraste, ni tampoco como salir, pero solo sabes que no hay vuelta atrás.

La infancia perdida pesa como una losa, ¿verdad?

La soledad es un remanso demasiado frío y aburrido.

Quieres salir a la luz y respirar.

Pero no ves la salida porque la oscuridad te ciega.

Entonces, te acoges a ella, como una madre que te oculta en su manto de la oscuridad de la noche.

Renuncias a las esperanzas, porque no te harán más fuerte, sino que se convertirán en puntos débiles en los que atacar.

Sí.

Odia, aborrece, destruye, porque nadie va a ayudarte.

Nunca lo hicieron.

Nunca lo harán.