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lunes, 18 de marzo de 2013

¿Por qué no somos novela?

En contra de lo que cabría esperar (o quizás sea a todo punto lo más esperable de mi persona), soy una mujer dulcemente empujada al romanticismo.
Vamos, lo que se dice una empedernida romántica.
Me empeño en sumergirme en las frías aristas de la realidad, pero para mí es más real el contenido de una novela romántica que el mundo en el que vivimos.

¿Por qué no amamos como aman los personajes de las novelas? Pero no de cualquier novela, no señor, sino de esas empalagosas novelas románticas ambientadas en la Inglaterra del siglo XIX, o en algún exótico lugar también de ese siglo, con personajes tan refinados como extraños a su época.
Esas novelas de damas sumisas que por algún extraño motivo dejan las costumbres de su entorno bien lejos por amar a un duque estrafalario o cualquier estupidez como esa.
Inventoras inocentes, viajeras indómitas o huérfanas sin un lugar dónde caerse muertas a las que les llega su príncipe, no siempre ideal y casi siempre con un encanto fascinante y algo que los hace muy diferentes a los demás.

Lo mismo están locos, o se vuelven locos en el transcurso de la novela.
Lo mismo son seres huraños a quienes no hay quien comprenda.
O lo mismo son falderos que se enamoran perdidamente de la susodicha dama, qué se yo, se reforman.
Ese, ese mundo es en el que me gustaría vivir.

Total, aunque presuma de querer ser una mujer independiente y muestre mi feminismo como brillante bandera de libertad, sin abandonar esa posición, me gustaría dejarme llevar por los cánones de la moda (o más bien pelear contra ellos), como las heroínas de mis novelas, siendo tan irreverente y extraña que el susodicho caballero no pudiera más que salvarme de cualquier clase de intriga para llevarme con él a cualquier castillo perdido en las montañas.

No me malinterpretéis, vivo y disfruto de un amor a todo punto respetuoso y respetable, y tengo ya un príncipe extraño con el cual resguardarme de todo esta ignominiosa realidad, pero... ¿no sería mejor ser una novela?

Algo que pudiera leerse cientos de veces, con un principio, un final, y mil historias controladas por el/la escritor/a, algo que pudiera terminarse en un par de horas, sin incertidumbre ni duda, más que las primeras del descubrimiento y las provocadas por el olvido entre lectura y lectura.

O quizás no.
O quizás sea mejor ser real, fuera de la fantástica nebulosa de la literatura.
Ser afilado y palpable, no etéreo y lejano como un sueño.
Quizás sea mejor enfrentarse a los desplantes de la vida, al malvado discurrir de las gentes y sus obviedades,  a su egoísmo y a su lento crepitar ante los ventanales.

O quizás, y solo quizás, sea mejor perderse en el delirio, y caminar entre los vivos como una novela, de mano en mano, siempre eterna e inmutable, una historia escrita para no tener que recordarla e ir perdiéndola en la erosión de cada recuerdo.
Quizás sería mejor ser ambas cosas, un contenedor real de un sueño irreal, una persona de fantasía en la mente del que la leyó.

Quizás y sí, solo quizás, no quiera madurar. No quiera ser como vosotros, que vivís dejando la fantasía para la novela o para el que os entretiene con ella. Quizás quiero vivir mi historia de cuento o pasar más tiempo dentro de mí que en vuestro cercado de viudedad.

¿Viudedad de qué? De magia.

Porque este mundo tiene pocas cosas mágicas.
Nos empeñamos en enterrarlas bajo el estricto canon de lo que es real y de lo que no lo es.
Si no se puede recrear, si no es útil, no vale.
¿No es precisamente su valor que es irrepetible?
¿No vale la pena precisamente porque no tiene ninguna utilidad?
¿No somos especiales precisamente porque somos capaces de soñar?
No olvidéis que la tecnología  la productividad y el progreso salen de las mentes del que sueña, y son pervertidas y retorcidas hasta que solo son eso, utilidad, utilidad y más utilidad.
¿Es útil eso, en realidad?
¿Destrozar la magia en pro de lo que podemos entender es útil, en realidad?
¿No eran más hermosas las estrellas cuando no tenía nombre?
¿No brillaba más la luna cuando no habíamos puesto el pie sobre ella?
¿No era más interesante el mundo cuando todavía nos quedaban cosas que observar, bosques descubrir, visiones que crear?
¿Merece la pena el frío progreso por dejar atrás la ingenuidad?
¿El capitán Hooke o Peter Pan?


(Y mira que no me gusta Peter Pan, lo siento, para mí no tiene suficiente magia).

miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Y ahora?

Ahora... todo el mundo tiene su propia forma de vivir la vida.
Madres solteras callan su desgracia.
Legionarios marchan por una paz que apuñalan.
Buscan emociones.
Destruyen ilusiones.
Aman el sol.
Violan el alma.

Ahora  políticos corruptos y profesores hastiados se aburren de sus patéticas vidas.
Y en las mujeres que lloran, dobladas por el peso de un hogar,
¿alguien piensa en ellas?

Ahora  sonrisas tras las que se esconden crueles amenazas, carcajadas que ocultan nudos en la garganta, amanecen, serenas, en la madrugada.

Ahora estás tú y estoy yo, está el silencio que nos guarda,
mi permanente melancolía,
la mecha que día a día se apaga,
el mecanismo que justo ahora se para.

Ahora queda mi dolor y el que lo causa.
Queda mi pútrida imaginación y mi perdida esperanza .
Y no, ya no salís de mi boca con fluidez. Ya no sois tan mías.

[Os hablo a vosotras. Sí, a vosotras.
Por fin me habéis dejado en la esquina, palabras.
Ya ni siquiera puedo refugiarme en vuestras amplias espaldas.
¿Por qué me hacéis quedar tan mal?
Antes me dabais la promesa de un sueño, ahora no me queda nada.]

¿Ahora?

Una frustración tras otra, frustraciones que ya ni siquiera puedo describir con palabras.
Me alejasteis del mundo.
Me arrinconasteis.

¿Ahora?

Me dejáis en la estacada.

¿Ahora por qué?

¿Por qué me siento tan vacía? ¿Por qué me siento tan falsa, tan rota, tan abandonada?
¿Qué quiero?
¿Qué anhelo?
¿Qué demonios esperaba?
Ya que no puedo contar mi historia, ¡permitidme contar otras!

¿Y ahora?

Dejadme llenar las horas muertas.
Dadme un propósito, un destino, lo que sea...
Siempre me dejasteis decir lo que no me atrevía a decir, sentir como no me atrevía
Eráis mi carril más fiel de conducción en la vida.
Pero...

¿Ahora?

Ahora te evaporas y te vas... tan lejos de mí, te vas...

¿Ahora?

Ahora que no puedo llorar, que mis trazos no muestran lo que esconden, ahora que no estás...
Ahora, ¿qué me queda?
¿Qué soy?
¿Qué me falta?
¿Qué nos queda sin palabras?

jueves, 7 de marzo de 2013

¿Por qué vivo? Mi búsqueda

Por si no recordáis, el arte es la enfermedad que me corrompe.
Pero ¿por qué esa y no cualquier otra enfermedad?
Por lo que soy, por el anhelo que me mueve.
¿Por qué el arte?
Porque es una búsqueda.
¿Una búsqueda de qué?
De belleza.
Y en esa infinita búsqueda nos perdemos los hombres.
Y el camino, acabamos encontrando flores como esta:


"Hay muchos motivos por los que a los demás les resulto extraña. A mí misma me lo resulto, incluso.
Pero igual que las plantas buscan la luz y eso hace que crezcan hacia el cielo, yo busco la belleza como las raíces el agua en la profundidad.
Soy una enamorada de la belleza.
En todas sus formas.
La busco incansablemente y ese es el motivo por el que vivo.
Hasta este momento exacto, creía que era la curiosidad, pero la realidad es que aprender, saber, comprender el mundo, es hermoso.
¿Sabes lo que siento, amor, cuando veo la forma de tu espalda?
¿Esas preciosas curvas, montañas y depresiones?
Amor.
Porque es bonito.
Y tus manos… Tu sonrisa avergonzada…
Ojalá pudiera capturarlas eternamente y no tener que conformarme con recordarlas.
Me gustan los retazos secretos de ti.
Tu cintura.
Tu pecho.
Tus lindos pectorales.
La contracción de tus músculos cuando te hago cosquillas.
Tienes un cuerpo bonito. Y muy suave.
Me transmite miles de mensajes cuando lo toco, cuando se mueve junto a mí o simplemente lo veo.
La seda que te recubre es belleza.
Y todo eso se acumula en mí y me da ganas de gritar, de reír, de llorar.
Es una melodía. Un abrigo. Un motivo. EL motivo.
Es luz, color y sentido.
Parece un delirio, pero siento todas esas cosas cuando huelo algo que me cautiva o veo un paisaje hermosamente indescriptible.
Es viento dentro de mí que mueve mis velas, pero así de fuertes son también las cosas que duelen, que no me gustan.
Me roban el aire, me alejan del viento y me dejan en el silencio y la oscuridad.
Por eso no me gusta el silencio.
Silencio, ¿es hermoso? Sí, como palabra.
Pero en realidad es una ausencia, muy a menudo no deseable.
Mi cuerpo necesita crear, devolver al mundo lo que le da, fabricar belleza, y si no lo consigue, el silencio lo rompe.
Sigo delirando, pero… es que creo que eso es por lo que vivo.
Es un amor tan grande que me salva.
Y no solo amo lo que mis sentidos pueden ver.
Amo también a las personas cuando hacen cosas buenas, cuando tienen buenos valores.
Cuando lloran.
Cuando se arrepienten de sus errores.
Cuando sufren injustamente.
Cuando puedo estar con ellas sin morir de ansiedad, de un hambre indescriptible.
Y a ti te amo porque calmas mi sed.
Porque haces creíbles mis locuras.
Porque cuando tú estás en él, el mundo, duela o no, es un lugar mejor.
Y nada lo cambia, porque es así. No es algo que yo haya decidido, simplemente es.
Este es mi ser.                                                                                                                     "


"¿Por qué vives tú, amor?"