Páginas

miércoles, 29 de febrero de 2012

Tres mujeres


Son tres mujeres.
Tres mujeres normales.
Tres mujeres que se tragan las lágrimas.
Tres mujeres.
Una las calla por orgullo.
Otra las anuncia en el silencio de la nada, esperando que alguien acuda a su auxilio.
La tercera trata de expulsarlas, pero desbordan sus continentes y se niegan a salir.
La primera se ve envuelta en un huracán que la zarandea. No encuentra el equilibrio. Los brazos la empujan hacia dentro y ya no ve la salida.
La segunda vive de sueños, de malos recuerdos, de promesas no cumplidas, de metas incompletas. Se decepciona  con la vida pero guarda en un cajón su esperanza.
La tercera entabla una lucha consigo misma. Da igual cuánto corra; no ahoga las voces en su cabeza. Solo la música tapa esos funestos sonidos, solo el ritmo de los violines le permite abrir la compuerta y dejar salir su miedo y su dolor.
Son tres mujeres.
Tres mujeres que se tragan las lágrimas.
Tres mujeres que deberían comerse el mundo y ahí están, incapaces de ver su propio resplandor.
Nunca les han puesto delante un espejo fiable, nunca han sentido lo que de verdad valen.
Son tres historias ocultas en el rumor de su alrededor.
Solo si echas un cuidadoso vistazo las verás.
Solo si prestas mucha atención al suave susurro de su canción.
¿Quiénes son sus enemigos?
¿Quiénes sus aliados?
Quién sabe...
Son tres mujeres tragándose las lágrimas, con la esperanza de que no se encharquen sus almas.

viernes, 24 de febrero de 2012

Con los ojos cerrados


Cuando tienes los ojos cerrados a la realidad, lo más fácil es que te choques contra un muro.
Contra cualquier muro.
Cuando vives con los ojos cerrados, no sabes si alguien ve o no tus lágrimas,
te pierdes cientos de atardeceres,
no sabes dónde están los demás.
Con los ojos cerrados, todo es oscuro menos la luz del sol,
que te ciega,
y es fácil que la música en los auriculares impida
que cualquier otro sonido llegue a ti.
Con una venda en los ojos, nunca sabes dónde estás
ni a dónde vas,
no sabes si te engañan o te dicen la verdad,
tienes miedo
y tropiezas a cada paso.
Con los ojos cerrados no se avanza,
se retrocede.
Los otros te empujan y te apartan de tu camino,
cada vez quedas más atrás.
A nadie le importas,
porque solo eres una piedra en el suelo.
Estás solo.
Solo dentro de ti mismo.

                                 Y eso es lo más difícil de afrontar.

domingo, 19 de febrero de 2012

Alas arrancadas, chistes sin gracia



Como la cara cortada de un payaso, eres un chiste sin gracia...
Como un árbol desnudo y hastiado, eres una semilla sin futuro...
Como el acero derretido, eres un rio seco y muerto...
Como un ángel con las alas arrancadas, eres un pájaro que no levantará el vuelo...
Como un asesino suicidándose, eres una evidente contradicción...
Como una bomba estallando en un paisaje vacio, eres un niño en el olvido...
Como una esquila de hielo en el desierto, eres un bolígrafo sin tinta...
Como una lápida en un comedor, siempre estás fuera de sitio...
Como una aguja de costura clavada en la mano, eres un cuadro deprimente...
Como una calle manchada de sangre, eres una pregunta sin respuesta...
Como un corazón arrancado aún bombeando, eres un amante desahuciado...
Como una fachada derrumbándose, eres un proyecto fracasado...
Como una lágrima en el vacío, eres un preludio de muerte...
Como el frío viento abrasador, solo llenas los huecos afilados...
Como la guadaña de un verdugo, eres un sonido cortando el silencio...
Como mi frío desdén, vales menos que el dinero...
Como mi amarga angustia, solo existes en un sueño...
Como mi falsa sonrisa, eres una imagen espectral...
Como mi ahogada voz, apágate y extínguete en este último sexteto.

martes, 14 de febrero de 2012

Mátame


Que alguien me salve de esta enfermedad.
Por Dios, que me salve.
Me estoy ahogando, me muero, me desgarro.
Que alguien le ponga fin a todo esto.
Se me está rompiendo algo por dentro, algo me devora y me desangra...
Me asfixio.
Que alguien le devuelva la vuelta a mi mundo.
Que alguien me ponga cabeza arriba de nuevo, que estoy cansada de verlo todo torcido.
La sangre se me agolpa en la cabeza, ¿qué hago?
Dejo mis huellas sobre el techo.
Tropiezo con la lámpara y me quedo atrapada por los destellos de luz a los que no pertenezco.
¡Ayúdame!
Ahora siento frío.
Tengo miedo.
Me asfixio.
Ya me he arrancado las alas y las gotas de sangre caen al suelo, pero aunque se vea
el hueso en mi carne desgarrada, no siento más que vacío.
¡¡Sálvame!!
Los trocitos de mi cerebro se deshilachan en un mar de plumas alcoholadas,
pero aún así sigo sintiendo dolor.
¡¡Mutílame!!
Sácame del alma las astillas de madera, quítame la corona de espinas, lame mis lágrimas, porque
me estoy ahogando.
Y nadie se da cuenta de que me muero.
Los girones de mi carne forman un montón en la mesa de la cocina, porque me he arrancado la piel
a tiras para olvidar mis pecados, pero...
¡¡¡Fustígame!!!
¡Castígame por lo que he hecho!
Castígame por vivir rasgándome las rodillas contra las piedras del camino.
¡¡¡Mátame!!!
¡AHHHHHHH!
¡¡MÁTAME!!
O estírpame este cáncer que se llama "amor"...

jueves, 9 de febrero de 2012

La lenta agonía de nuestra existencia


Las cosas se esfuman como el polvo breve racha de aire de verano.
La lluvia, el mar, el sonido de mi voz o tu sonrisa.
¿Cuánto durarán?
Desde que caen mis lágrimas hasta que tocan el suelo ¿cuántos suspiros se habrán desvanecido hasta desaparecer por completo?
Mis latidos solo son la cuenta atrás precisa hasta mi muerte.
Es una lenta agonía lo que vivimos.
Una marcha inexorable hasta el final inevitable de las cosas.
Se alcanza el punto álgido y se perece.
Una nota sostenida en el viento es tan real como nosotros mismos.
No puedo ser feliz si la sombra del final me persigue.
Viviré buscándolo, intentando huir de él, para encontrarme después con que el destino me ha apuñalado por detrás y me está esperando allá a donde he llegado.
Lo peor de que todos lo demás desaparezca es que constituye un recordatorio fiel del tiempo que queda hasta nuestra muerte.
El hecho de que no somos imprescindibles y seremos sustituidos tarde o temprano me hace ser miserable.
La absoluta certeza de que nunca estaré en la cima me acuchilla cada noche sin descanso.
Soy una flor que morirá sin abrirse nunca del todo.
El filo hilo de una telaraña me conecta al mundo.
Si tengo suerte, tardarán en cortarme y el viento no me hará temblar demasiado.
No quiero que estas sean mis últimas lágrimas.
Quiero olvidar.
Quiero olvidar el olvido y la muerte.
Que no haya nada que tenga miedo de perder.
Ni tampoco un recordatorio de lo que he perdido o lo que no he llegado a ser.
Aquello de lo que no he formado parte y ya se ha ido.
He perdido las ganas de odiar.
Solo siento tristeza y frío.
Ahora el viento sopla.
¿Arreciará? ¿Me hostigará? ¿Me inclinará al frágil quebrar de mis sentidos?
Lo desconozco.
Solo el arrepentimiento y yo vamos de la mano, compartiendo ingrato destino.
Ese que me hostiga con un viejo anhelo y me vuelve del revés, torturándome con aquel  antiguo deseo.

sábado, 4 de febrero de 2012

Puertas cerradas


Todo el mundo tiene en su interior puertas que no puede abrir, habitaciones en las que no puede entrar.
Todo el mundo tiene cicatrices, heridas.
Todo el mundo tiene grapas en el corazón y puntadas en el alma.
Todo el mundo tiene tras de sí una carga pesada.
El que olvida, un vacío.
El que recuerda, una escena.
El que ignora, un fantasma.
El que se niega, una frontera.
Todo el mundo tiene en su interior puertas que no puede abrir, habitaciones en las que no puede entrar.
Hoy he extendido mis manos al cielo con los ojos encerrados y no he sentido nada.
Solo un terrible vacío y soledad.
Porque todo el mundo tiene habitaciones en las que no puede entrar.
He caído bocarriba, he mirado al techo y he visto su blancura invernal.
He sido consciente de que respiraba y me he sentido lejos, apartada.
He tocado el muro de cristal y he regresado a la realidad.
Porque todo el mundo tiene puertas que no puede abrir, habitaciones en las que no puede entrar.