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domingo, 14 de octubre de 2012

Sincera, sí, ¿pero a qué precio?

Pero vamos a ver que yo me aclare... ¿Se puede saber de qué va esto?
Sí, sí, esto.
ESTO.
No, una caja no, que era una metáfora, señores.
Me refiero a otra amiga nuestra, una amiga incómoda.
Lo que viene a ser la SINCERIDAD (ahí, en grande y de colores, para que no digáis que no la veis)


¿Existe? ¿Es un mito? ¿Una leyenda urbana, como los cocodrilos en las cloacas de Nueva York? (Yo eso, particularmente, me lo creo)
Porque yo no lo entiendo, señoras y señores.
¡Yo no lo entiendo!

Vamos por la vida creyendo que todo el mundo nos la debe, y no somos capaces de aplicárnosla un poquito ni con nosotros mismos.
Pero mucho cuidado, que el problema no es que nos la den o no, no señores, no.
El problema es que REALMENTE la queramos o no.

Imagínate que eres feo. Terriblemente feo. Imaginatelo por un segundo.
¿Te gustaría que te lo dijeran?
La mayoría de la gente, por convención social, diría que , que puede asumirlo y que quiere saberlo.
Pero no te engañes, no, eres feo pero ¡NO quieres saberlo!
Prefieres mirarte al espejo todos los días y pensar que eres normal. Te engañas a ti mismo.
¿Cómo puedes serle sincero entonces a los demás, eh?

Imagínate que tienes un amigo, (sí, hoy va de imaginar, ¿vale? Para una vez que hago que os esforcéis...) un amigo que te ha hecho muchos, muchos favores.
Pero muchos, ¿eh?
Gracias al cual has podido mejorar como persona, un amigo que te ha perdonado de todo, borderías varias, que le dejaras en la estacada, que no le comprendieras, que no le creyeras... cientos de pequeñas y grandes cosas.
Esa persona las olvida.
Todo va bien.
Todo va de puta madre.
Pero ocurre algo.
Quizás suelta un comentario sincero, una sinceridad tan absoluta que duele, que duele mucho, precisamente porque es verdad.
Que eres borde, por ejemplo. O que cree que tarde o temprano le volverás a traicionar.
Cualquier cosa que duela.
Y entonces, con unas cuantas palabras, todo se viene encima.
Olvidas las horas, días y semanas que ha gastado en ti, perdonándote ofensas mucho peores, dándote su tiempo, su espacio, su ayuda, sacrificándose, vamos, pero tú no puedes perdonarle.
¿Por qué? ¿Acaso has creído que era tu esclavo? ¿Que te debía pleitesía eterna? ¿Que no puede tener una opinión?

Decides, en todo tu orgullo (que de eso tenemos todos de sobra, ¿verdad?) supremo, ignorar a esa persona, que nota que estás mal con ella, pero no haces nada.
No eres SINCERO y le dices lo que piensas, que es lo más fácil, no.
Esa persona tiene que saber QUÉ ha hecho mal, cuando en realidad lo único que ha hecho ha sido ser sincero, que debería ser algo bueno, ¿no?

Cuando esa persona, sincera, se cansa y te pregunta, recibe una elaborada sarta de medias mentiras y medias verdades.
¿Por qué? Porque no puedes aceptar que lleva razón. O quizás algo más. Quizás le tengas envidia por otras cosas, como su capacidad de dar consejos, el color de sus ojos, ¡lo que sea!
Pero no se lo puedes decir, solo mientes, mientes por instinto, te mientes a ti mismo porque no está bien visto o no debes aceptar que le envidias, o que lleva razón o lo que sea.
¿Y si resulta que tú dices ser una persona que pide SIEMPRE sinceridad?
No, tú no quieres sinceridad. ¡NO PUEDES ACEPTARLA!

Así que antes de pedirla, piensa... piensa un segundo... ¿de verdad podrás vivir con ella?
Además, ¿son suficientes unas cuantas palabras para borrar lo que cientos de acciones han construido entre tú y esa persona?
En el mejor de los casos, las respuestas serán SÍ y NO, en este orden.
En el peor, os lo podréis imaginar.

Y con esto dejo bien claro, que cuando yo pido sinceridad, soy capaz de asumir la verdad. No voy a odiarte por pensar distinto, por decir algo que contradiga todo lo que hiciste a mi lado o por decir algo duro de mí.
De eso TAMBIÉN se aprende, sobre todo de nosotros mismos, y muchas veces mucho más que con cualquier otra cosa.

Y para reforzar mi boca indiscreta, voy a ser sincera cuando me dé la gana, le pese a quien le pese... aunque con quien merezca la pena. No soy tan estúpida de decir lo que se me pasa por la cabeza...
Esto... Esto es lo que se me pasa por la cabeza... Bueno, da igual, si nadie se lo va a leer, ¿verdad? ;3