Páginas

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Golpe de estado

Voy a explicar la razón por la que he tomado de forma violenta esta sesión del parlamento.

Creo que todos nosotros, los políticos, deberíamos pararnos a reflexionar un momento.

Sí, es mucho más fácil controlar a una sociedad despreocupada y analfabeta, que no quiere participar y no tiene opinión de nada, pero… ¿es eso lo correcto?

Nosotros, los políticos, no estamos aquí para enriquecernos a costa de los ciudadanos.

Ni tampoco para embaucarlos con nuestras mentiras.

Vivir de discutir con los demás y de pelear por el poder me parece absurdo.

Nosotros, que salimos del pueblo, debemos trabajar para el pueblo.

Y, en primer lugar, deberíamos hacer un examen de conciencia.

¿Por qué nunca decimos las cosas claras?

¿Por qué utilizamos medias verdades o desviamos deliberadamente los temas, enmascarando lo que debemos decir en realidad?

¿Cómo podemos promover una sociedad justa si somos los primeros en envilecerla?

Deberíamos reconocer que hemos cometido un error, y que costará su tiempo solucionarlo, pero haremos todo lo posible por salir adelante y arreglarlo.

¿Y la educación?

Qué hipócritas estamos siendo cuando decimos que lucharemos para evitar el fracaso escolar.

Delante de las cámaras decimos eso, pero por detrás, bajamos el nivel año tras año, haciendo que las nuevas generaciones sean más y más incultas.

El triunfo del estudiante sin motivación provoca la caída de aquel que desea aprender, y hacerlo sin ser juzgado o visto mal.

Porque entre los jóvenes, ahora la sabiduría es accesoria, algo que debemos eliminar.

Hijo que pretenden vivir de sus padres, y más tarde de sus hijos otra vez.

¿Es justo obligar al profesor a darle una palmadita en la espalda a aquel que pretende que, la justa minoría que desea crecer sea catalogada y humillada por la mayoría ignorante que no puede ver más allá de sus narices, que cree que todo va a sus manos y que no hay que pelear por nada de eso?

Cada día que pasa, perdemos autoridad.

Que sólo vote un sesenta por ciento de la población es el reflejo de que, cada vez más, a los ciudadanos les da igual quién gobierne, porque todos haremos lo mismo por cambiar.

La variedad desaparece cuanto más nos acercamos al bipartidismo en un momento en el que nadie desea participar en el corrupto sistema, y cada vez sabe menos de política.

Nosotros, los miembros de cada partido, aceptamos y alentamos esta situación para poder acaparar el mando, para repartir cada ver entre menos el jugoso pastel de autoridad.

Basta de mentir al pueblo y hacer que se vuelva una masa conjunta de ovejas cegadas por el consumismo que no puede pensar en nada más que en trabajar para pagar sus facturas.

Porque llegará un momento en el que no nos diferenciaremos en nada de las dictaduras, sólo que con la falsa ilusión de libertad.

Y la palabra democracia, tan devaluada en estos tiempos, perderá su significado de una vez por todas.



Ya no me acuerdo de cuando escribí esto.

Quizás después de ver uno de esos debates sin sentido de la televisión, en la que apenas se entienden las falsas verdades y las medias mentiras porque no se dejan hablar.

Sé que llevo mucho sin actualizar, pero que conste que no es por falta de ganas.

Espero que esto, guste o no guste, haga reflexionas de qué les estamos permitiendo a los políticos que hagan con nuestras vidas.

¿Por qué en política parece que cualquier tiempo pasado fue mejor?

Quién sabe, yo no estaba ahí para vivirlo.

Pero esto es lo que opino, después de todo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La curiosidad mató al gato VI (Opción B) ¡Final!

Miré al vecino.
Luego a mi hermano.
Y finalmente al vecino.
-¡¿Qué has hecho?!
-¡Oh, la vecina! -Exclamó como si no hubiera un cadaver entre nosotros. -¿Ese era tu hermano, ratita? Te acompaño en el sentimiento.
La sonrisa macabra de mi vecino me dejó parada en el sitio, congelada.
Mi hermano no se movía.
-¿Tiki?
-Tranquila, ratita. Se estará echando la siesta.
-¿La siesta? ¡¿Cómo se va a estar echando la siesta?! -Grité, histérica.
Como soy una chica a la que no le gusta dejarse llevar por las situaciones sin obtener pruebas, me agaché y sacudí a mi hermano con todas mis fuerzas.
No reaccionaba, por lo que opté por técnicas... más agresivas.
-¡Tiki, despierta! -Grité mientras le daba una patada.
-Au.
Se hizo un silencio ensordecedor después de ese sonido.
-¿Tiki?
Sin respuesta.
Otra patada.
-¡Au!
-¡Levanta el culo ahora! -Exclamé, pateandole otra vez por si no había quedado clara la indirecta.
-¡No hace falta que seas tan drástica! -Se quejó, rascándose el trasero dolorido por mis patadas.
-¿Se puede saber qué estabas haciendo tirado en el suelo frente al vecino?
-... Pensé que te haría gracia.
La siguiente patada no fue para comprobar si estaba despierto de verdad.
-¡Au, Shira! No es para que te pongas de esa manera.
-¡Cállate! ¿No sabes lo preocupada que estaba?
Ahí ya empecé a perder el control y a darle puñetazos con toda mi fuerza.
Casi me da un perrequenque y me quedo en el suelo tirada del susto que me había llevado.
A todo esto, por ahí andaba mi vecino, riéndose con la escena.
Pero yo no me había olvidado de él, claro está.
-Estabais compinchados, ¿verdad? -Le increpé, dándole a mi hermano otra colleja a la disimulada.
-No, qué va. Pensaba que era una función cómica de bienvenida.
-Entonces... ¿de dónde viene ese punto rojo en su cabeza? -Pregunté, preocupada.
De pronto, alguien se abrió paso por la puerta y salió corriendo a toda prisa, haciendo que casi me cayera.
Era mi angelical y rubio no-salvador, con un rifle, metralleta o lo que fuera en la mano, disparando hacia algo que no podía ver desde donde estaba.
Cuando paró de disparar, se hizo un silencio ensordecedor.
-Oh, buenas. -Saludó, con el cañon de la pistola apuntando a mi cabeza. -No habréis visto una paloma blanca volar por aquí cerca, ¿verdad?
Los tres negamos al unísono, sin saber de qué nos hablaba.
-Es que estoy pintándola. El blanco es un mal color para la primavera.
-Ah. ¿Y te dedicas a pintarla a balazos? -Pregunté, reparando en la metralleta.
-Sí, es más divertido. Por cierto, me llamo Jordan. -Cuando vio la frente de mi hermano, añadió. -Ah, y lo siento por haberte manchado la cara.
Y tal y como había aparecido, desapareció, quién sabe si en pos de su paloma blanca.
-Perdonad a mi hijo. Es un angelito muy impulsivo. Se parece mucho a su madre. ¿Un té con pastitas?
Taladré a mi vecino con la mirada y dejé a mi ansioso hermano (al que casi podía ver cola y orejas agitándose de la emoción) en aquella casa de pirados.
Definitivamente, nunca encontrarás a unos vecinos tan originales como los míos.

FIN

Y la encuesta de esta semana es bieeen distinta, porque ya hemos terminado "La curiosidad".
La pregunta es: ¿Queréis más historias sobre Shira y sobre su disparatado vecindario / familia o mejor la olvidamos para siempre... que la historia no ha tenido mucha gracia?
Espero que os haya gustado mi "original" propuesta bloggera, para animaros más a participar.

Y ahora, una reflexión final. No sé si os habéis dado cuenta, pero casi siempre habeis escogido la opción B... que casualidad... X3

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La curiosidad mató al gato V [Opción B]

Entonces mi ángel rubio de la salvación dijo:
-Perdón por interrumpir. Sólo venía a por el palo.
Así que cogió el siniestro palo de la esquina, se lo echó al hombro y se marchó.
Y allí me dejó, atada a la silla, con el corazón roto en pedazos.
¿Y qué es lo que una hace en estas situaciones?
Llorar.
Llorar como si el mundo se acabara (porque para mí lo haría, teniendo en cuenta que no tenía ninguna buena excusa para disculpar mi allanamiento de morada.
-¡Buaaah! Yo no quería, de verdad que no quería... ¡pero tenía tanta curiosidad!
Parece ser que a mis vecinos mafiosos nunca se les había derrumbado nadie en sus interrogatorios, porque al verme llorar entraron en pánico.
Intentaron tranquilizarme, pero una vez empezaba, yo ya no podía cerrar el grifo.
Hasta sacaron un caramelo del bolsillo y lo agitaron frente a mí, como si fuera un niño.
Entre quejido y quejido de mi llanto desconsolado pude escuchar algo razonable que me cortó de pronto.
-¡Por favor, tranquilízate! No vamos a hacerte daño.
-¿Ah, no? -Pregunté, mirando de frente al mafioso.
-A ver, aclaremos algo. ¿Eres de la agencia MOTOS?
Hablaba muy lento, como si no fuera a entenderle si lo hacía a su ritmo.
-No. -Fue mi rápida respuesta, pues no sabía ni qué era eso.
Quizás era otra familia de mafiosos.
-¡Oh, entonces todo en paz! -Exclamó, soltándome.
Me quedé un rato sentada, mirándole, sin comprender muy bien cómo me había salvado.
¿No tenía que matarme porque sabía su secreto?
-Un momento... ¿son ustedes mafiosos?
-¿Mafiosos?
Todos se echaron a reír a carcajadas, como si hubiera dicho la cosa más tonta del mundo.
-¡Claro que no, ratita! ¿Por qué lo dices?
-Uno: cuchillos. Dos: máquinas raras en el sótano. Tres: mercedes aparcado en la puerta. Cuatro: ventanas cerradas. Cinco: no salen mucho. Y seis: me han atado. ¿Qué debería pensar con todo eso?
-¡Oh, es una confusión de lo más normal! ¡Déjame que te explique! Somos actores, actores. Ahora mismo estamos grabando un nuevo estreno sobre la mafia, que es alto secreto. Por eso tenemos tanta precaución y creíamos que eras uno de ellos.
-Ah. Así que eso era todo. Pues menudo chasco.
El falso mafioso se echó a reír y me condujo a la cocina, donde me habló de su extensa carrera y familia mientras me daba chocolate con churros hasta que pude explotar.
Todos me despidieron amablemente cuando me marché a casa, e incluso me dieron un trozo de pastel para llevar.
Cuando subí las escaleras hacia mi cuarto, Tiki estaba afilando sus katanas en completo silencio.
-¡Oh, Shira! ¿Algún rastro de moros en la costa?
-¡Ninguno! -Me quejé, tirándome a la cama con disgusto. -Sólo unos actores grabando pelis de mafiosos. El hombre que vi por la ventana con una cicatriz en la cara resultó ser un simple actor. ¡Y yo que me había hecho ilusiones! Dicen que la peli esa es alto secreto y...
-¿Cicatriz? ¿Alto secreto? ¡Martin Stacone!
Tiki bajó corriendo las escaleras, sin acordarse que llevaba aún la katana en la mano.
Oh, oh.
Le seguí a toda mecha, deteniéndole justo cuando acababa de tocar al timbre de nuestros vecinos.
Demasiado tarde.
Martin Stacone era el actor favorito de mi hermano.
El sueño de su vida era conoerle, conseguir algo suyo, un autógrafo, unos calzoncillos, lo que fuera.
Por eso entendía su excitación, pero no creía que ir de visita con la katana en alto fuera lo más adecuado para "impresionarle".
Pero la puerta se abrió y ya no había marcha atrás.
-¡Señor Stacone! ¡Soy su vecino y su mayor fan y...!
Mi hermano no pudo terminar la frase.
Un punto rojo apareció en su frente y un segundo después se derrumbó.
-¡Tiki!
¿Qué crees que ha pasado?
¿Tengo un hermano de menos o siguen siendo seis?

Recordatorio: Opción A: Tiki está muerto, así que más vale que eche a correr, llame a la policía y prepare ropa para un entierro.
Opción B: Sólo imaginaciones mías, sólo imaginaciones...

¡A votar!

martes, 26 de octubre de 2010

La curiosidad mató al gato IV [Opción B]

Echar a correr, ese era mi lema.
El pasillo se extendía en las dos direcciones y aunque me había perdido, mi sexto sentido me decía que debía correr hacia delante.
Los pasos se oían cada vez más cerca y no quise ni pensar qué ocurriría si me encontraban.
Aún tenía esos cuchillos ensangrentados en la cabeza.
Quizás mis vecinos se dedicaran a triturar a las visitas inesperadas.
De pronto se oyó una voz a mi espalda.
-¡Hay una chica! ¡Tras ella!
-¡Uaaaa! -Grité, corriendo aún más deprisa.
Me iban a pillar, seguro.
Un segundo después de pensar eso, encontré unas escaleras hacia arriba.
Las subí de dos en dos, segura de que iba a salir de allí como si nada.
Pronto todo sería una más de mis anécdotas.
Vi la puerta frente a mí y aceleré... sólo para chocar contra un muro de carne y hueso: el padre.
-Vaya, vaya. -Musitó mientras yo iba reculando. -Se nos ha colado una ratita.
-P-p-p...
-Chicos, cogedla.
Dos gorilas me pillaron por los brazos y me arrastraron hasta un cuarto en el que sólo había una silla (en la que me ataron) y un palo.
No quise saber para qué podían utilizar el palo.
-Bueno, bueno, ratita. ¿Cómo te llamas? -Preguntó el hombre con cara de mafioso (y toda la pinta de serlo).
-S-Shira...
-¿Y cuántos años tienes?
-Di... Dieciseis.
-¿Qué haces en mi casa?
Cada vez estaba más enfadado.
Apreté los labios, esperando que al menos no me torturasen.
Pero justo entonces entró por la puerta mi salvador, rubio y de hermosos ojos color aguamarina (sí, el príncipe de todas las fantasías).
Le dirigí una mirada cargada de significado que venía a decir "¡ayúdame!" a voz en grito.
El chico se quedó mirando la escena y dijo...

¿Qué dijo?
¿Fue cuán caballero deslumbrante e intercedió por mí para salvarme?
¿O me dejó tirada como a un perrito abandonado?

Recordatorio: Opción A: el chaval es buena gente y me saca del apuro
Opción B: como ni le va ni le viene, me deja allí, a mi suerte.

¡Hasta la semana que viene!

martes, 19 de octubre de 2010

La curiosidad mató al gato III [Opción B]

Nah. Entrar por la puerta era poco emocionante y no iba con mi carácter.
Así que di un rodeo y entré por el sótano.
Era un sitio enorme y vacío; aún no habían metido nada dentro.
Aunque normal, con lo grande que era la casa, no creía que necesitaran usar ese espacio.
Avancé entre telarañas y sustancias en las que preferí no pensar hasta encontrar unas escaleras frente a mí.
Subí con todo el cuidado del mundo, porque mi experiencia hallanando me decía que un sólo crujido podría delatar mi presencia si los dueños de la casa eran lo suficientemente supersticiosos.
Pero las escaleras no crujieron y no se oyó movimiento sobre mi cabeza.
Al abrir la puerta, me encontré con un corredor oscuro, que parecía eterno.
Busqué por los alrededores una antorcha o algo, pero por suerte encontré el interruptor.
Había un montón de puerta a un lado y a otro del pasillo, por lo que no sabía cual escoger.
Así que entré por la primera.
Era un cuartito pequeño lleno de cajas que no me aportó demasiada información.
En la segunda puerta había un montón de trajes, pelucas y disfraces.
Parecía que a esa familia le gustaban los carnavales.
En la tercera y cuarta no había nada, pero cuando llegué a la quinta...
Dos grandes máquinas y un montón de mesas llenaban el espacio, y sobre las mesas... un polvo blanco de aspecto extraño que me hizo sospechar.
Cogí un poco entre los dedos y me lo llevé a la boca para probarlo.
Y no era azúcar, ni harina, ni nada conocido.
No tenía que haberme girado para ver aquel montón de cuchillos ensangrentados.
Mi cabeza ató cabos a toda velocidad, y éste fue mi razonamiento:
Mercedes Clase A + padre extraño + maquinas raras en el sotano + disfraces + cuchillos ensangrentados = ¡MAFIOSOS!
No sabía en dónde me había metido.
Y no tenía que haberlo sabido, porque me puse nerviosa y choqué accidentalmente con un montón de mesas, derribándolo.
"Oh, oh. Ahora sí que la he liado."
Se oyó ruido de pasos en el piso de arriba, por lo que no tardarían en llegar a dónde estaba yo.
Eché a correr pitando de allí, pero no me di cuenta en qué dirección, y fui aún más dentro de la casa en vez de ir al sótano.
Pero se oyeron pasos a mi espalda y al frente, así que contemplé mis opciones.
¿Entro en otra habitación y espero a que pase el jaleo o intento llegar a la salida corriendo?
¿Qué hago?

Recordatorio: Opción A: me meto en cualquier habitación a ver si suena la flauta
Opción B: Salgo corriendo a ver dónde acabo...


¿Ahora qué hago?

jueves, 14 de octubre de 2010

La curiosidad mató al gato II

Al final pensé que mejor no. No podría poner ninguna buena excusa si los vecinos me pillaban con semejante cosa encima.

-Lo siento, Tiki, pero mejor voy desarmada.

Tiki bajó la cabeza, disgustado.

-Bueno, ese es tu problema. Pero si te ocurre algo, llámame inmediatamente. Yo te protegeré.

Intentaba parecerse a los mafiosos buenos de sus películas, sin mucho éxito. Sus ojos brillaban demasiado por el ansia de aventuras.

-Bueno… sí… si me ocurre algo te llamo.

-¡Estaré esperando!

Cogí mi mochila con mi equipo de espionaje y corrí escaleras abajo hacia la puerta.

-¿A dónde vas? –Preguntaron unas siniestras vocecitas a mi espalda.

-De paseo. –Respondí, girándome con una enorme sonrisa a los mellizos, Tami y Nami.

-Ya. –Susurraron, atravesándome con su albina mirada. –Paséate bien, hermana.

Salí de allí a toda mecha, ocultando un escalofrío en mi espalda. ¿Quién le había dado a mis hermanos esos vestidos victorianos y esas muñequitas de tela? No tuve que correr demasiado para llegar a mi destino. En la enorme casa de mis vecinos había, como nueva novedad, un Mercedes clase A aparcado en la puerta. Lo miré fijamente, de un lado a otro, entrecerrando los ojos de lo reluciente que estaba. Cada vez sospechaba más. A los mafiosos le gustan los Mercedes clase A. Pasé un poco de largo, por miedo a rayarlo y ganarme un problema, y le di un rodeo a la casa. Había dos puertas, una principal y otra trasera. Ventanas de guillotina perfectamente cerradas y con las persianas bajadas. Y mi otra oportunidad de acceso: el sótano, que parecía no estar cerrado. Después de una segunda inspección de seguridad, me paré frente a la puerta principal, pensando. Empujé por pura curiosidad la puerta y se abrió. Me quedé congelada en el sitio, sin atreverme a mirar por si alguien me había visto. ¿Qué debería hacer? ¿Entrar por la puerta y luego dar cualquier excusa dentro, o entrar por el sótano e investigar a mis anchas hasta que me encontrasen?

¿Tú qué crees?

Recordando: Opción A: entrar por la puerta abierta sin más.

Opción B: entrar discretamente por el sótano.

¡Hasta la próxima semana!

miércoles, 13 de octubre de 2010

Nota explicativa


Buenas.

Ya estamos en una nueva semana.

Entonces, os preguntaréis (si es que lo hacéis): ¿por qué no sigue la curiosidad?
Pues... porque se me olvidó.

[Abucheos de fondo, le tiran tomates]

¡Vale, vale! ¡Es que era puente! Pero prometo continuarlo mañana... o pasado... [es broma, es broma]
Como información dejo que la opción ganadora es la B.
¿Por qué, si en la encuesta están empate? Porque en tuenti, que también estaba, había otro voto a favor de B [lo siento por todos los que queríamos carnaza, pero hay más gente normal]

Hasta pronto! [lo mismo leeis primero la curiosidad II antes que esto jajaj]

lunes, 4 de octubre de 2010

La curiosidad mató al gato I

Todos dicen que la curiosidad mató al gato.

Porque supongo que la buena suerte tiene un límite.

Me llamo Shira [♀] y soy una chica curiosa con una familia muy numerosa.

Mis tres hermanos mayores son Tiki [♂] (es un mote, por supuesto, nadie en su sano juicio le pondría ese nombre a alguien) (26 años), Marion [♀] (23) y Paoleo [♂] (19).

Luego están los mellizos, Nami [♂] y Tami [♀] (10 años).

Mis padres están siempre de viaje (madre modelo y padre fotógrafo), por lo que siempre estamos solos.

Mi favorito es Tiki, el más mayor.

Le encantan las películas de la mafia y esas cosas.

Está tan loco por eso que tiene katanas y todo tipo de armas en la habitación (aunque con licencia, así que puede usarlas).

De todos mis hermanos, es al que más me parezco.

Ambos tenemos el pelo negro, ni largo ni corto, pero muy desordenado.

A los dos nos sale un hoyuelo al sonreír y tenemos un colmillo partido.

Aunque yo soy muy pequeña y él muy grande.

Marion está estudiando para ser fabricante de cosméticos, por lo que no casamos mucho.

Desistió de arreglarme cuando cumplí mis dieciséis y vi con mejores ojos la colección de videos y libros de yakuza (mafia japonesa) que me compraron entre Paoleo y Tiki que la completísima caja de maquillaje que ella me dio.

Paoleo, en cambio, quiere ser policía. Se la pasa haciendo ejercicio en su habitación.

La verdad es que sería un hermano en el que se podría confiar si no fuera tan mujeriego.

Nami y Tami son un poco extraños. Siempre visten igual, y hablan a la vez.

Tienen unos conejitos de peluche a juego muy siniestros, y son tan rubios que parecen albinos.

A mí, lo que de verdad me gusta, es escribir novelas de misterio.

Por eso suelo informarme de todo lo extraño que ocurre en esta ciudad, para sacar inspiración para mis libros.

Hace tres semanas llegó a mi vecindario una extraña familia.

Sólo pudimos ver al padre, que se parecía demasiado a los mafiosos de las películas de mi hermano, y después de la llegada, no se movió nada dentro de la casa.

Era enorme, con la fachada de madera. Tenía tres plantas y un sótano.

Pero parecía demasiado grande para esa familia.

Como soy una persona muy curiosa, me puse ropa oscura para confundirme con la maleza y me propuse ir a investigar.

Pero Tiki me pilló.

-¿A dónde vas, preciosa?

-Tiki, ¡solo un vistacillo! Llamaré a la puerta y si no me abren volveré a casa.

Aseguré, con la cabeza gacha, poniendo los ojos de corderito degollado que tan bien me salían.

-¿Lo prometes? –Me obligó con la mirada, serio. Si es que se podía estar serio con un sombrero de cowboy en la cabeza.

-Lo promeeeto. –Cedí, poniendo los ojos en blanco como todo esto no hiciera falta.

Pero tenía los dedos cruzados a la espalda, así que la promesa no era válida.

-Bueno, pero coge una katana del armario. ¡Sólo por si acaso!

Titubeé un poco.

¿Debía llevar una cosa tan peligrosa conmigo encima o no?

Al final…

¿Al final qué?

Si crees que debería ir armada y coger la katana, selecciona la opción A de la encuesta.

Si por otra parte, crees que es peligroso que una niña como yo lleve semejante cosa encima, marca la opción B.

¡Hasta la próxima semana!

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Nada es para siempre + Aclaraciones del autor


No creo que las cosas duren para siempre. Especialmente las que tienen que ver con la humanidad. Somos cambiantes, efímeros, eternos en algunas cuestiones. A cambio de avanzar, vamos dejando cosas atrás, cargando nuevos pesos a nuestras espaldas. Nadie dice que sea bueno ni malo, simplemente es la realidad. Cada vez que escogemos, tenemos que abandonar las demás opciones, olvidar. Todo tiene un precio. Todo tiene un final y un principio. No me gusta lo que veo; no me gusta lo que oigo; no me gusta lo que siento. No me gusta cómo has cambiado, o que las palabras hayan desaparecido de entre nosotros. Me rechazo a dejar que el tiempo se lo lleve todo y me traiga otras cosas, porque estoy contenta con lo que tengo ya. Perder viejos amigos, hacer otros nuevos y conocer a todo tipo de personas estaría bien si no existiese esa pérdida en medio. Avanzar y crecer a veces no me parece suficiente; me gustaría quedarme donde estoy, inalterable. Pero nada dura para siempre. Odio cuando un día, de repente, al pasar por una calle, veo que el árbol que siempre he contemplado ha sido talado y llevado a alguna parte. Me sentiría mejor si los buenos sentimientos que he tenido por algunas personas se hubieran mantenido siempre iguales, y no hubieran desaparecido, dejando un sabor agridulce y un nudo en mi garganta que no puedo tragar. Me da igual si ser conformista me impide avanzar; los pequeños detalles que guardo con celo en mi alma son los que la hacen mejor y diferente. Pero nada es para siempre.


Buenas. Parece que últimamente me estoy intentando comunicar mucho con el lector (si es que existe). Sí, ya sé que es obvio, pero he cambiado el diseño del blog. Ese que tenía anteriormente, no me convencía demasiado. Espero que os guste a todos. Porque si no es así, abandonaréis el blog y me dejaréis hablando con la nada (cosa que hago con bastante frecuencia incluso en la vida real)

Sin nada más, me despido.

P.D: Sería más feliz si no me abandonaseis X3