Páginas

martes, 19 de octubre de 2010

La curiosidad mató al gato III [Opción B]

Nah. Entrar por la puerta era poco emocionante y no iba con mi carácter.
Así que di un rodeo y entré por el sótano.
Era un sitio enorme y vacío; aún no habían metido nada dentro.
Aunque normal, con lo grande que era la casa, no creía que necesitaran usar ese espacio.
Avancé entre telarañas y sustancias en las que preferí no pensar hasta encontrar unas escaleras frente a mí.
Subí con todo el cuidado del mundo, porque mi experiencia hallanando me decía que un sólo crujido podría delatar mi presencia si los dueños de la casa eran lo suficientemente supersticiosos.
Pero las escaleras no crujieron y no se oyó movimiento sobre mi cabeza.
Al abrir la puerta, me encontré con un corredor oscuro, que parecía eterno.
Busqué por los alrededores una antorcha o algo, pero por suerte encontré el interruptor.
Había un montón de puerta a un lado y a otro del pasillo, por lo que no sabía cual escoger.
Así que entré por la primera.
Era un cuartito pequeño lleno de cajas que no me aportó demasiada información.
En la segunda puerta había un montón de trajes, pelucas y disfraces.
Parecía que a esa familia le gustaban los carnavales.
En la tercera y cuarta no había nada, pero cuando llegué a la quinta...
Dos grandes máquinas y un montón de mesas llenaban el espacio, y sobre las mesas... un polvo blanco de aspecto extraño que me hizo sospechar.
Cogí un poco entre los dedos y me lo llevé a la boca para probarlo.
Y no era azúcar, ni harina, ni nada conocido.
No tenía que haberme girado para ver aquel montón de cuchillos ensangrentados.
Mi cabeza ató cabos a toda velocidad, y éste fue mi razonamiento:
Mercedes Clase A + padre extraño + maquinas raras en el sotano + disfraces + cuchillos ensangrentados = ¡MAFIOSOS!
No sabía en dónde me había metido.
Y no tenía que haberlo sabido, porque me puse nerviosa y choqué accidentalmente con un montón de mesas, derribándolo.
"Oh, oh. Ahora sí que la he liado."
Se oyó ruido de pasos en el piso de arriba, por lo que no tardarían en llegar a dónde estaba yo.
Eché a correr pitando de allí, pero no me di cuenta en qué dirección, y fui aún más dentro de la casa en vez de ir al sótano.
Pero se oyeron pasos a mi espalda y al frente, así que contemplé mis opciones.
¿Entro en otra habitación y espero a que pase el jaleo o intento llegar a la salida corriendo?
¿Qué hago?

Recordatorio: Opción A: me meto en cualquier habitación a ver si suena la flauta
Opción B: Salgo corriendo a ver dónde acabo...


¿Ahora qué hago?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡No matemos a los árboles!