Páginas

viernes, 21 de noviembre de 2008

Los sueños, sueños son...

Tengo un destino, una meta. Debo llegar hasta allí, no tengo nada más que hacer. Sin opciones, pues, me pongo en camino.
El suelo deja de ser firme. Caigo al vacío, al agua, me ahogo. Mientras caigo al vacío no tengo miedo de morir, si no de todo lo contrario, de caer al suelo y romperme hasta el último de los huesos, sufriendo horribles tormentos hasta que el hambre, la sed o el frío acaben conmigo, pero cuando mi cuerpo impacta contra el agua lo tengo claro. No va a ser tan largo. No puedo nadar y me asfixio.
Rio por la vida perdida, lloro por las cosas que quedaron por hacer, por aquel libro inacabado, por aquel dibujo incompleto, por aquella sonrisa a medias que nunca terminé de regalarte.
Siento fuego en la garganta, mis pulmones están a punto de estallar por el agua que entra sin parar a ellos, matándome. Pero algo me saca del agua, demorando mi encuentro con la parca.
Un mohín de disgusto aparece en mi cara cuando despierto.
"Tengo que seguir caminando", pienso y sigo andando, con la ropa mojada pegada al cuerpo.
Paso por llanura eternas, sin nada que las embellezca, como un paisaje lunar, gris y desolado.
Todo cambia a mi alrededor según avanzo, hasta que el llano se convierte en cuesta.
Voy subiendo, el aire helado, afilado, se clava en mi corazón como un puñal acerado.
Inspirar se hace un suplicio, porque la sal del agua a quemado mi garganta y el frío paraliza mis músculos, ya que la ropa mojada, además de añadir peso, congela mi cuerpo magullado por la caída. No puedo detenerme, pero tampoco volver atrás.
¿A dónde voy, si todo lo que quedó atrás está demasiado lejos para mí? ¿A dónde voy, si ya no me queda nada que decir, salvo despedirme de lo que dejo aquí?
Solo puedo caminar.
Mis labios de vuelven azules, que hacen un contraste aterrador con mi piel blanca y mortecina.
Cuando llego al final de la cima, el paisaje que se abre ante mí es hermoso.
Pero no es suficiente para mí, todo el trabajo, todo el sacrificio... para nada.
No veo salida. No puedo volver, porque no tengo fuerzas y la senda es demasiado escarpada para bajar así, me desnucaría.
Ante mí hay un precipicio y no me lo pienso dos veces. La caída es mortal y moriré de todas maneras.
La oscuridad invade mi mente cuando mi cuerpo choca contra el suelo, como si yo fuera una muñeca de trapo. Sólo tengo tiempo de esbozar una tímida sonrisa antes de que la nada invada mi conciencia.

Abro los ojos, tranquila. Pero solo ha sido un sueño hueco, vacío. Una mentira piadosa.

3 comentarios:

  1. ¿Qué decirte si ya está dicho todo...? ¿qué contarte si ya te lo he contado todo...? Favole el día que dejes de esribir, será el peor día de mi vida....jajaja bueno dejemos el pesimismo que te valla super bien en el examen y que te quiero un monton!! bssss x 1000000

    ResponderEliminar
  2. tiene razon jesus no dejes de escribir nunca
    seria lo peor del mundo

    ResponderEliminar
  3. Madre mía!! si pudiera llorar, ahora mismo pareceria una fuente a dos caños!!!
    Gracias, supongo, por ser tan poco sinceros e hincharme el ego!!!
    okm a los dos!!!

    ResponderEliminar

¡No matemos a los árboles!