Páginas

martes, 12 de julio de 2011

Extraños en el jardín IV (Opción B)

-Yo...
Mierda. Me iba a caer un broncazo como no se me ocurriera nada nuevo.
No le iba a soltar prenda a mi hermano Paoleo, ¡jamás! Si fuese Tiki, seguro que me comprendería. Pero... Pero...
-¡He matado un pájaro, Paoleo!
Aprovechando la confusión de mi gigantesco hermano, me aferré a él llorando a todo pulmón, como si ese fuera el gran drama de mi vida.
A ver, no soy del tipo de chica que mata a bichitos adorables sin piedad, pero tampoco es que me vaya a morir si se me va la mano y mato uno.
Aunque claro... eso Paoleo no lo sabía, así que me aproveché del pánico que le daba ver a las mujeres llorar para persuadirle que lo de matar al pájaro era real.
-¡Ay, Paoleo! ¡Ay! Estaba yo con el hijo del vecino, jugando con su metralleta, cuando de repente... ¡PAM! Y el pájaro... -Empecé a llorar más fuerte, agarrándome más, para darle más efecto. -¡Cómo sangraba el pobrecito! ¡AY!
-¡Basta! Ya lo he entendido.
Me apartó de sí con cara de frustración, demasiado ocupado en alejarse de mí como para ver que me estaba riendo.
-¿Puedo ir a mi cuarto? -Pregunté, fingiendo hipidos de dolor. -¡Es que esto es muy duro!
Me llevé la mano a la cabeza, como si me fuera a desmayar.
Paoleo soltó un bufido y se marchó.
¡Premio! Gorila engañado.
Corrí escaleras arriba, encontrándome a mis hermanitos jugueteando con un gatito abandonado.
-¿Y eso? -Musité, agachándome para verle mejor.
-Nuestro próximo experimento. -Susurraron con sus vocecitas inocentes al unísono.
Decidí no hacer preguntas y abandoné al gato a su suerte. Si Paoleo andaba por ahí, los mellizos se contendrían un poco... ¿no?
Dormí plácidamente, resguardando mis fuerzas para la noche y, cuando todo estuvo en silencio, preparé mi equipo de espionaje.
Unos guantes, para no dejar huellas.
Una lupa, para observar mejor los rastro.
Un libro de ornitología (por si alguien no lo sabe, la ciencia que estudia los pájaros), no fuera a ser que me encontrara un pájaro bonito por algún lado.
Una navaja suiza de 700 herramientas (hay que estar prevenida).
Una linterna.
Y ahí llegó mi duda.
¿Prismáticos o telescopio?
Prismáticos, no tendría tiempo de ver las estrellas en mi investigación.
Dejé el telescopio en su sitio, junto a la ventana, y me dispuse a cerrarla cuando de repente algo se removió entre los árboles.
¿Qué hago?

Opción A: Me pongo a mirar prudentemente por el telescopio a ver qué es, para saber a qué atenerme.
Opción B: Ignoro el asunto. Mejor sigo durmiendo...
Opción C: Echo a correr hacia el bosque, sin el equipo ni nada, para ser más rápida y pillar a toda velocidad al agresor.

Sí, hoy hay tres opciones, ¿y? ¡Es que hay muchas posibilidades!

Siento el retraso!!! El verano, que me chuscarra el cerebro.
Espero que os guste y que votéis mucho.
Hasta la semana que viene (o eso creo)