Al final pensé que mejor no. No podría poner ninguna buena excusa si los vecinos me pillaban con semejante cosa encima.
-Lo siento, Tiki, pero mejor voy desarmada.
Tiki bajó la cabeza, disgustado.
-Bueno, ese es tu problema. Pero si te ocurre algo, llámame inmediatamente. Yo te protegeré.
Intentaba parecerse a los mafiosos buenos de sus películas, sin mucho éxito. Sus ojos brillaban demasiado por el ansia de aventuras.
-Bueno… sí… si me ocurre algo te llamo.
-¡Estaré esperando!
Cogí mi mochila con mi equipo de espionaje y corrí escaleras abajo hacia la puerta.
-¿A dónde vas? –Preguntaron unas siniestras vocecitas a mi espalda.
-De paseo. –Respondí, girándome con una enorme sonrisa a los mellizos, Tami y Nami.
-Ya. –Susurraron, atravesándome con su albina mirada. –Paséate bien, hermana.
Salí de allí a toda mecha, ocultando un escalofrío en mi espalda. ¿Quién le había dado a mis hermanos esos vestidos victorianos y esas muñequitas de tela? No tuve que correr demasiado para llegar a mi destino. En la enorme casa de mis vecinos había, como nueva novedad, un Mercedes clase A aparcado en la puerta. Lo miré fijamente, de un lado a otro, entrecerrando los ojos de lo reluciente que estaba. Cada vez sospechaba más. A los mafiosos le gustan los Mercedes clase A. Pasé un poco de largo, por miedo a rayarlo y ganarme un problema, y le di un rodeo a la casa. Había dos puertas, una principal y otra trasera. Ventanas de guillotina perfectamente cerradas y con las persianas bajadas. Y mi otra oportunidad de acceso: el sótano, que parecía no estar cerrado. Después de una segunda inspección de seguridad, me paré frente a la puerta principal, pensando. Empujé por pura curiosidad la puerta y se abrió. Me quedé congelada en el sitio, sin atreverme a mirar por si alguien me había visto. ¿Qué debería hacer? ¿Entrar por la puerta y luego dar cualquier excusa dentro, o entrar por el sótano e investigar a mis anchas hasta que me encontrasen?
¿Tú qué crees?
Recordando: Opción A: entrar por la puerta abierta sin más.
Opción B: entrar discretamente por el sótano.
¡Hasta la próxima semana!
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