Páginas

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La curiosidad mató al gato V [Opción B]

Entonces mi ángel rubio de la salvación dijo:
-Perdón por interrumpir. Sólo venía a por el palo.
Así que cogió el siniestro palo de la esquina, se lo echó al hombro y se marchó.
Y allí me dejó, atada a la silla, con el corazón roto en pedazos.
¿Y qué es lo que una hace en estas situaciones?
Llorar.
Llorar como si el mundo se acabara (porque para mí lo haría, teniendo en cuenta que no tenía ninguna buena excusa para disculpar mi allanamiento de morada.
-¡Buaaah! Yo no quería, de verdad que no quería... ¡pero tenía tanta curiosidad!
Parece ser que a mis vecinos mafiosos nunca se les había derrumbado nadie en sus interrogatorios, porque al verme llorar entraron en pánico.
Intentaron tranquilizarme, pero una vez empezaba, yo ya no podía cerrar el grifo.
Hasta sacaron un caramelo del bolsillo y lo agitaron frente a mí, como si fuera un niño.
Entre quejido y quejido de mi llanto desconsolado pude escuchar algo razonable que me cortó de pronto.
-¡Por favor, tranquilízate! No vamos a hacerte daño.
-¿Ah, no? -Pregunté, mirando de frente al mafioso.
-A ver, aclaremos algo. ¿Eres de la agencia MOTOS?
Hablaba muy lento, como si no fuera a entenderle si lo hacía a su ritmo.
-No. -Fue mi rápida respuesta, pues no sabía ni qué era eso.
Quizás era otra familia de mafiosos.
-¡Oh, entonces todo en paz! -Exclamó, soltándome.
Me quedé un rato sentada, mirándole, sin comprender muy bien cómo me había salvado.
¿No tenía que matarme porque sabía su secreto?
-Un momento... ¿son ustedes mafiosos?
-¿Mafiosos?
Todos se echaron a reír a carcajadas, como si hubiera dicho la cosa más tonta del mundo.
-¡Claro que no, ratita! ¿Por qué lo dices?
-Uno: cuchillos. Dos: máquinas raras en el sótano. Tres: mercedes aparcado en la puerta. Cuatro: ventanas cerradas. Cinco: no salen mucho. Y seis: me han atado. ¿Qué debería pensar con todo eso?
-¡Oh, es una confusión de lo más normal! ¡Déjame que te explique! Somos actores, actores. Ahora mismo estamos grabando un nuevo estreno sobre la mafia, que es alto secreto. Por eso tenemos tanta precaución y creíamos que eras uno de ellos.
-Ah. Así que eso era todo. Pues menudo chasco.
El falso mafioso se echó a reír y me condujo a la cocina, donde me habló de su extensa carrera y familia mientras me daba chocolate con churros hasta que pude explotar.
Todos me despidieron amablemente cuando me marché a casa, e incluso me dieron un trozo de pastel para llevar.
Cuando subí las escaleras hacia mi cuarto, Tiki estaba afilando sus katanas en completo silencio.
-¡Oh, Shira! ¿Algún rastro de moros en la costa?
-¡Ninguno! -Me quejé, tirándome a la cama con disgusto. -Sólo unos actores grabando pelis de mafiosos. El hombre que vi por la ventana con una cicatriz en la cara resultó ser un simple actor. ¡Y yo que me había hecho ilusiones! Dicen que la peli esa es alto secreto y...
-¿Cicatriz? ¿Alto secreto? ¡Martin Stacone!
Tiki bajó corriendo las escaleras, sin acordarse que llevaba aún la katana en la mano.
Oh, oh.
Le seguí a toda mecha, deteniéndole justo cuando acababa de tocar al timbre de nuestros vecinos.
Demasiado tarde.
Martin Stacone era el actor favorito de mi hermano.
El sueño de su vida era conoerle, conseguir algo suyo, un autógrafo, unos calzoncillos, lo que fuera.
Por eso entendía su excitación, pero no creía que ir de visita con la katana en alto fuera lo más adecuado para "impresionarle".
Pero la puerta se abrió y ya no había marcha atrás.
-¡Señor Stacone! ¡Soy su vecino y su mayor fan y...!
Mi hermano no pudo terminar la frase.
Un punto rojo apareció en su frente y un segundo después se derrumbó.
-¡Tiki!
¿Qué crees que ha pasado?
¿Tengo un hermano de menos o siguen siendo seis?

Recordatorio: Opción A: Tiki está muerto, así que más vale que eche a correr, llame a la policía y prepare ropa para un entierro.
Opción B: Sólo imaginaciones mías, sólo imaginaciones...

¡A votar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡No matemos a los árboles!