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viernes, 13 de febrero de 2009

La luz de mi vida I


A los que recordeis mi carta de amor... debo deciros que gracias a ella he ganado el primer premio en el concurso. Presenté también un relato, cuya primera parte expongo a continuación con el que he ganado el segundo puesto.

Disfrutarlo!!!!

Era jueves y hacía calor. Ella estaba allí, a mi lado. Sentía su presencia muy cerca, a penas unos centímetros nos separaban. Ella clavó en mí sus brillantes ojos aguamarina. Se sonrojó y desvió la mirada.

El tren anunció la llegada a la estación.

Me dedicó una pequeña sonrisa y se marchó.

De repente, eché de menos su silenciosa presencia.

El viernes me levanté temprano. Me planté ante el espejo y me peiné lo mejor que pude.

Al final opté por un estilo desenfadado, metiendo los dedos entre el pelo engominado. Parecía recién salido de la cama, pero no se me ocurría nada mejor. No sabía porqué, pero estaba ansioso por verla.

Volví a coger el mismo tren.

Estaba en el mismo sitio, con su pelo negro rojizo suelto sobre los hombros desnudos.

Parecía un ángel pequeño y desamparado.

Quería acercarme, abrazarla, ofrecerle mi ayuda, lo que hiciera falta.

Estaba seria, mientras observaba el libro abierto en su regazo. Lo cerró y lo guardó en la cartera que llevaba a la espalda. Se levantó y fijó la vista en la ventana, aunque estaba completamente oscura y no se apreciaba nada interesante.

Me armé de valor y me acerqué.

Ella se giró, indiferente. Su expresión cambio, sus ojos mostraron signos de reconocimiento al verme y me sonrió. Noté que me sonrojaba y ella se rió con fuerza.

-Hola. –Me costaba escucharla en medio de todo ese barullo, pero su voz se oía clara en mi cabeza.

-Hola. ¿Cómo te llamas?

-Sara, ¿y tú? –Me trabé. Se me acababa de olvidar mi propio nombre. Ella sonreía irónicamente.

-Yo…esto…no me acuerdo.

-Si no me lo dices voy a tener que llamarte señor “X” en mis sueños.

-¿Qué has dicho?

-¿No te gusta?

-No es eso. Te juro que tengo un nombre; quiero decírtelo, pero no me sale.

-¿No será Aarón? –Me asusté. ¿Y si era una bruja, una vidente o algo así y me echaba mal de ojo? Desde luego, lo parecía. Vestía de negro de los pies a la cabeza, aunque de estilo militar, con una estrella de cinco puntas colgando de una cadena de plata. Su mochila colgaba ahora de su hombro derecho y le resbalaba continuamente, aunque la colocaba en su sitio con gracia.

-¿Cómo lo sabes?

-Llevas una chapa con tu nombre en el cuello.

Acababa de hacer el ridículo delante de una chica guapa. Magnífico, me merecía un aplauso.



Continuara...

3 comentarios:

  1. Con razón ganaste un premio!!!. Yo, y tú lo sabes, te hubiese dado el primer premio wapa!!! un beso!

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  2. Me gusta, puede funcionar.Sigue así.

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¡No matemos a los árboles!