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viernes, 12 de diciembre de 2008

La hoguera


Las llamas brillan con fuerza ante mí, sofocándome.
Siento un deseo irracional de avivarlas. Primero echo los muebles de mi casa, las paredes, las vigas, trozos del techo, pero el fuego apenas dura un par de horas.
Necesito que crezcan más y más, pero ya no tengo nada que quemar.
Una idea pasa fugaz por mi cabeza.
Arrojo mi alma, rota en mil pedazos, un silencioso tributo a las rojizas llamas.
El fuego crece y toma un color azul grisáceo. Paso los días mirando la hoguera.
De repente, aprecio un signo de debilidad y vuelve a renacer en mí el deseo de alimentar las llamas eternamente.
Lanzo ahora las placas de hielo de mi corazón, mis sentimientos, mis pensamientos, mi vida entera.
Entonces me doy cuenta de lo que he hecho.
He sacrificado todo lo que tenía por un sueño, un sueño hueco y posesivo.
Me echo a llorar frente a las llamas, que arden con renovada fuerza al ver mis lágrimas.
Ya no hay consuelo. ¡Maldita vida, maldita hoguera, maldito sueño que arde junto a mis lágrimas!
"El destino me golpea con fuerza, ¿qué malévolo dios disfruta de mi sufrimiento de esta manera? -pienso resignada, dejándome caer sobre el frío suelo de mármol de la estancia- ¿Qué voy a hacer ahora?
No me lo pienso mucho. Me lanzo a las llamas, con todo aquello que perdí.

Esto es lo que pasa cuando lo entregamos todo por un sueño, sin pensar en las consecuencias.
Los sueños son como columnas de humo ascendiendo hasta el cielo, nunca merecerá la pena atraparlas...

1 comentario:

  1. sabes lo q te digo yo tambien qiero tirarme a la hoguera y sin pensar en cosecuencias por qu no tengo miedo de nada
    ya sabe q sera bonito mientras...

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¡No matemos a los árboles!