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miércoles, 25 de mayo de 2011

Extraños en el jardín III (Opción A)

Estaba asustada no, lo siguiente, pero si algo me habían enseñado las pelis de mafiosos y mi hermano Tiki era a defenderme.
Cogí el palo, me enfrenté al misterioso agresor y le di un buen mamporrazo con los ojos cerrados, esperando un milagro.
-Au. -Y después un golpe sordo contra el suelo.
Abrí primero un ojo, luego el otro, y finalmente los abrí de golpe con el palo en alto, encontrándome con el cuerpo del buenorro de mi vecino en el suelo.
-¡Jordan! ¡Vecino! -Exclamé, zarandeándole. -¡No te mueras! ¡Perdóname antes! Haber dicho que eras tú o algo.
-No me ha dado tiempo. -Se excusó, poniéndose en pie con aire parsimonioso. -Además, no sabía si hacer ruido o no. ¿Has encontrado algo?
-Nop. -Admití, encogiéndome de hombros.
-Yo sí.
Con una sonrisa perezosa y macabra, el vecinos sacó un Chupa Chups de Coca cola sin estrenar.
-¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?
-No. Se le ha caído al tío que hizo el hollo en mi patio.
-¡Alaaaa! ¡Nuestra primera pista! Es un goloso.
Lo tomé con codicia, como si fuera de oro o algo, observándolo por todos lados.
-¿Me lo puedo comer ya? -Preguntó el vecino, echándole mano.
-¡No! -Exclamé, arrebatándoselo. -Es nuestra única pista. Anda, toma un chicle. -Y le di mi chicle de fresa para que se callara.
Acababa de obtener la clave fundamental hacia el creador de agujeros.
No era mucho, pero nunca me había visto en un misterio tan grande y real.
De camino a casa, la frente del vecino se fue hinchando hasta tener un enorme huevo de avestruz en la cabeza.
-¿Estás bien?
No parecía importarle mucho su herida, pues contestó:
-Sí. ¿Tienes otro chicle?
Le di el paquete entero y me despedí de él en su puerta, viendo como se metía ocho en la boca al mismo tiempo.
No, lo suyo no era grave, desde luego.
Cuando llegué a casa, Paoleo estaba esperándome en la puerta con cara de cabreado. Se había hecho tarde, porque él no estaba en su cuarto, poniéndose cachas todo el rato.
-Tiki me ha dejado a cargo. ¿Dónde demonios te has metido?
-P-paoleo, yo...
-¡Calla y responde! -¿Eing? ¿Cómo hago las dos cosas al mismo tiempo? Aunque ver a tu hermano mazado cuan armario de 2x2 cabreado da mucho, mucho miedo. -¿Por qué tienes ramitas en el pelo?
-Yo...
-¡Ve al grano!
-¡Si es que no me dejas hablar! -Grité, dando saltos porque ni siquiera podía mirarle a la cara. -¡Que he estado sacando al vecino de un pozo y...!
Casi se me escapa lo del misterio del jardín de los vecinos. Pero Paoleo iba para poli y cuando quería era muy listo, así que me fue arrinconando con cara larga hasta empecé a soltar prenda poco a poco. -¡Vale, vale! Yo...
Paoleo es un pesado, así que si le cuento lo de los vecinos me acompañará y entorpecerá mi investigación. Aunque por otro lado... llevar a un gorila con algo de seso nunca está mal del todo.

Tengo dos opciones. ¿Qué hago?
Opción A: Le miento y aquí paz, gloria e investigación individual.
Opción B: Mejor suelto la pava y le cuento todo. Nunca está de más que te echen una mano.

¿Tú qué decides?
Siento la tardanza esta semana! Procuraré ser más puntual la que viene.
Saludos y espero que lo hayáis disfrutado.

2 comentarios:

¡No matemos a los árboles!