“Perdone, señora. ¿Es usted la madre de…? Sí, tengo que
hablar con usted, pero me gustaría que me acompañaran a un lugar más discreto.
Sí, la habitación de su hija servirá. Quiero comentarles el cuadro clínico de
su hija… y sé que no les va a gustar.”
Hemos tenido muchas visitas
estos últimos días, ¿eh?
Sí,
eso parece.
¡Los de clase nos han traído
flores? Huelen más bien…
¿Qué
son?
Umm… Rosas blancas, diría yo.
Seguro que las ha escogido la señora Roberts.
Amm…
Pero no ha venido Mathew.
Deja
de pensar en ello. Me estás dando una vara…
Nadie ha dicho nada de él. Si
estuviera muerto ya nos lo habrían dicho, ¿verdad?
Supongo.
…
Ay,
señor… ¿Qué te pasa?
Las flores me recuerdan al
jardín de casa. Seguro que mis orquídeas se han muerto ya.
¿Sigues
pensando en eso?
Prefiero pensar en eso que en el
tiempo que llevamos aquí, ¿no?
…
¿Qué haces?
Tarareo.
No conozco esa canción.
Es
la que nos canta la enfermera cuando entra por las mañanas.
Parece buena persona, ¿verdad?
Con
el trabajo que tiene, si no se tomara las cosas con humor, no sé yo si…
¿Por qué lo dices?
No
es una vista agradable. La gente llena de tubos y eso…
¡Mira! ¡Oigo al médico! Está
hablando con mamá…
Querrás
decir que lo oiga, ¿no? Porque ver…
¡Shh, calla! Estoy tratando de
escuchar.
…
…
¿Qué?
Están… perdiendo la esperanza.
¿Qué?
Dice que después de dos semanas
sin dar ningún tipo de señal, es muy difícil que despertemos.
No
te preocupes. Ese matasanos no sabe nada.
…
…
Tengo miedo.
Lo
sé. Mejor olvídalo.
Es increíble ver como una mente que solo se escucha a así misma sea capaz de pensar en cosas tan increíblemente comunes. Cosas que uno pensaría cuando esta caminando o sentado en un parque. Eso quizá demuestre el potencial de nuestro cerebro para sorprendernos cada día. Uno pensaría que en una situación como esa, estaría pidiendo a gritos despertar y un poco de información. Veremos en que queda lo del cuadro clinico. Un saludo.
ResponderEliminar