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miércoles, 12 de octubre de 2011

Extraños en el jardín VI [Opción B] FIN

-Venga... vale... Lo secuestramos.
-Ji ji ji. -Se oyeron las vocecitas de mis hermanos en la oscuridad.
-¡Y vosotros a callar! Que como Paoleo se entere, me va a...
-¿Te voy a qué, Shira?
Creo que no he chillado tan alto en toda mi vida.
Levanté los brazos, gritando, lo que hizo que Paoleo también gritara, y luego gritamos todos... y así sucesivamente.
-¿Por qué gritáis?
Jordan me miró y se encogió de hombros, arrastrando por el suelo al intruso como si fuera un saco viejo.
-¿No deberías tener más cuidado con la cabeza? -Pregunté, viendo cómo se golpeaba una y otra vez contra las piedras.
-Qué va... -Se oyó al vecino mascar su chicle... y era un poco siniestro.
Los mellizos cantaban canciones sobre mutilaciones un poco espeluznantes y Paoleo cerraba la marcha, clavando los ojos en mí como diciendo "cuando no esté el vecino te vas a enterar".
Llegamos al sótano y mi hermano ató al intruso en una silla, sacudiéndolo.
El intruso nos miró a todos y cerró los labios, como declarando que no iba a hablar.
-Bueno... tendremos que recurrir a métodos más... complicados. Mellizos... Las tenazas.
Tami abrió su peluche y sacó unas tenazas como las que usan los dentistas, mientras Jordan le abría la boca al intruso a la fuerza... Sin sacarle el pasamontañas ni nada.
-¡Pero qué hacéis, locos! -Exclamé, tratando de pararlos. -¡Así no va a hablar!
-Bueno, pues haz tú de poli buena. -Se quejaron TODOS al unísono.
Me acerqué al intruso, sonriendo y le dije:
-Anda, dinos ya quién eres y qué quieres, ¿eh?
-¡Me niego! -Exclamó, con tono de ruso obstinado.
Todos me miraron y carraspearon.
-Esto... verás... No es por nada especial, pero... Si no lo dices... Esta gente te va a sacar hasta las muelas del juicio. -Se oyó el ruido de un taladro de fondo. -O algo peor...
-¡Me niego!
-¡Vale, me rindo! A por él.
La verdad es que me causaba curiosidad cómo lo iban a convencer, pero cuando el tipo vio a los mellizos infernales con las tenacillas, a mi hermano con el taladro y a Jordan con la metralleta (sí, una metralleta clavadiiiiita a las de verdad), cantó todo, el muy ca...
-¡Vale, vale, hablaré! -Suspiré. Si hubiera sabido que iba a ser tan fácil. -Soy... el gran director... ¡Stefan Spelborg!
Se quitó el pasamontañas con aire teatral y todos nos lo quedamos mirando en silencio.
-Oye, ¿alguien sabe quién es?
-No.
Jordan sonrió y cargó la metralleta con unas bolitas muy extrañas de colores.
-¿Alguien tiene chicle? -Preguntó, apuntando al ojo del tal Spelborg con una mueca muy siniestra.
Saqué uno y se lo di, preguntándome todavía quién era el tipo ese.
-Querías robar los guiones de nuestra nueva película, ¿no?
Presionó suavemente el gatillo, desviándose a propósito para no darle.
-Ups... Casi...
-¡Sí, sí! Lo sé, es rastrero... Pero mis películas van de capa caída y...
-Pero no lo vas a hacer más, ¿verdad? -Volvió a fallar, pero esta vez se quedó muy cerca de su objetivo. -Ups... Por los pelos...
-¡Lo juro!
-Bien... Caso cerrado.
Dejó la metralleta apoyada en la pared y se fue, dejando tras de sí un gran silencio.
-¿Y con el Spelborg qué hacemos? -Pregunté, mirando un poco a todos lados.
-Mejor lo soltamos.
-Jo. -Dijeron los mellizos a coro.
Nada más soltarle, echó a correr a toda velocidad, lejos del sótano.


Y así fue como los hermanos (sí, hermanos, ya que toda mi familia se había metido en el lío) resolvimos otro caso...
(Aunque, si os soy sincera, la moraleja de esto es que nunca sabes el miedo que puede dar tu vecino de al lado ¬¬')



Bueno, lamento el terrrrriiiiiibleeee retraso... Nadie se acuerda ya de esto...

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