No creo que las cosas duren para siempre. Especialmente las que tienen que ver con la humanidad. Somos cambiantes, efímeros, eternos en algunas cuestiones. A cambio de avanzar, vamos dejando cosas atrás, cargando nuevos pesos a nuestras espaldas. Nadie dice que sea bueno ni malo, simplemente es la realidad. Cada vez que escogemos, tenemos que abandonar las demás opciones, olvidar. Todo tiene un precio. Todo tiene un final y un principio. No me gusta lo que veo; no me gusta lo que oigo; no me gusta lo que siento. No me gusta cómo has cambiado, o que las palabras hayan desaparecido de entre nosotros. Me rechazo a dejar que el tiempo se lo lleve todo y me traiga otras cosas, porque estoy contenta con lo que tengo ya. Perder viejos amigos, hacer otros nuevos y conocer a todo tipo de personas estaría bien si no existiese esa pérdida en medio. Avanzar y crecer a veces no me parece suficiente; me gustaría quedarme donde estoy, inalterable. Pero nada dura para siempre. Odio cuando un día, de repente, al pasar por una calle, veo que el árbol que siempre he contemplado ha sido talado y llevado a alguna parte. Me sentiría mejor si los buenos sentimientos que he tenido por algunas personas se hubieran mantenido siempre iguales, y no hubieran desaparecido, dejando un sabor agridulce y un nudo en mi garganta que no puedo tragar. Me da igual si ser conformista me impide avanzar; los pequeños detalles que guardo con celo en mi alma son los que la hacen mejor y diferente. Pero nada es para siempre.
Buenas. Parece que últimamente me estoy intentando comunicar mucho con el lector (si es que existe). Sí, ya sé que es obvio, pero he cambiado el diseño del blog. Ese que tenía anteriormente, no me convencía demasiado. Espero que os guste a todos. Porque si no es así, abandonaréis el blog y me dejaréis hablando con la nada (cosa que hago con bastante frecuencia incluso en la vida real)
Sin nada más, me despido.
P.D: Sería más feliz si no me abandonaseis X3